martes, julio 24, 2007

I'M THAT GIRL

Para aquellos que queréis saber cómo soy... He aquí algunas fotos de archivo mías.

These boots were made for walking... O LGato con botas.

Siempre he sido una chica popular... Yo y mis amigos.
Y la más deseada... ¡Yo en topless con amigos nudistas!

Hala, ahí queda eso. No os olvidéis de respirar.

sábado, julio 07, 2007

Crónica de un mindundi intentando sobrevivir a una maratón ciclista


(Éste post no es mío, exactamente. Es un mensaje que me mandó mi hermano el día 4 de julio, y que me ha dado permiso para publicar aquí. Read and enjoy)

Hola a todos.

Ayer, a las ocho de la noche, me animé a participar en una clase maratoniana de dos horas de bicicleta en el gimnasio. Ya sabéis, esa bicicleta con la que, por más que le pidas, nunca llegas a ninguna parte. ¿Que por qué me apunté? Bueno, por aquello de que si se puede hacer, también yo puedo hacerlo. Qué inconscientes somos a veces.

Todo empieza en la cola del Carrefour, impaciente porque te llegue el turno con dos botellas de Isostar (sabor limón) y un blister de pilas alcalinas en la mano (que no tienen ninguna relevancia en esta crónica, pero que también compré). Y tras 15 minutos de reloj, por fin pagas y entras al gimnasio. Y la entrada es triunfal, claro: “holaquétal, vengo a la clase master” (así la llaman ellos). Y por la sonrisa que te dirigen, si uno fuese un poco más avispado, sospecharía que algo turbio se traen entre manos…

Una vez cambiado y ya sobre la bici, empiezas a calentar, las botellas de Isostar perfectamente emplazadas en sus receptáculos. Comienza la clase.


“¡Vamos por la primera montaña!”

Dios mío, no tenemos una sola monitora, ¡sino tres! Cuando una se cansa, otra le toma el relevo. Y claro, al nene nadie le releva, sino que está ahí, dando el callo y preguntándose: “¿realmente es normal encerrarse dos horas en una habitación a oscuras, a sudar y a que te destrocen los oídos con música chumbachumba a todo volumen?”. Y no; ya os digo yo que esto no es de gente normal.

Pequeño paréntesis dirigido a todos aquellos que especulan sobre la presencia o no de Woody Allen en esta clase, aprovechando que está en Barcelona buscando localizaciones para su película y bla, bla, bla: otro burdo rumor. No, tampoco Scarlett Johanson. Estáis obsesionados.

La primera media hora pasa bien. Y te animas. “Jo, qué guay, estoy hecho un chaval, si me viese mi novia iba a alucinar, ¡vaya tarzán tiene como pareja!”. Y alrededor tuyo la gente también se anima. Demasiado, incluso, gritando, silbando y agitando las toallas por encima de sus cabezas con ansia desatada. Que no, insisto, que esto no es normal.

Cae la primera botella de Isostar. Y sigues bien. “Jo, esto está chupao”.

Al minuto 35 de pedaleo empiezas a preocuparte por la temperatura. No funciona el aire acondicionado. Y 50 personas encerradas pegándole a la bici de marras genera mucho calor. El sudor ya no cae a gotas, sino a chorros. Y concluyes que todavía no se han alcanzado los 100º porque el sudor aún no hierve. Aquí nos coge una lipotimia, fijo. ¿Cuánto debe faltar para que se dispare el dispositivo antiincendios del techo?

Minuto 45: bien, hemos superado el tiempo de una clase normal. Sigamos… ostras, el Isostar no va a alcanzar hasta el final… Houston, tenemos un problema.


Aprovisionamiento en ruta

Y entonces, ¡oh sorpresa! Empiezan a pasar empleados del gimnasio ofreciéndote trozos de sandía. Qué guay, esto es cuidar al socio. Pero cuando te pones el trozo de sandía en la boca, la monitora anuncia un sprint. La madre que la parió. Si Dios quisiera que hiciéramos un sprint mientras comemos sandía, nos habría puesto otra nariz y otra boca. Socorro, qué ahogo. Debo estar ridículo intentando seguir el ritmo mientras la sandía no sabe si bajar o subir. Aaaagh.

Se cumple la primera hora. Primera conclusión: no estoy hecho un chaval; estoy que no me aguanto. Segunda conclusión: esto no es normal.

Pero incomprensiblemente, sigues pedaleando. Y aún tienes ánimos para analizar la situación y opinar que una clase así es muy parecida a una discoteca: mucha gente en poco espacio, luces muy bajas, música a todo tren, chicas esculturales que se mueven al ritmo de la música, calor, sudor… ¿¿¿alguien reparte cubatas, por favor???


“¡Sonríe para la foto!”

Un flash te deja ciego. Joder, ¿quién ha traído una cámara? Pues una de las monitoras, que va pasando entre los 50 masocas tomándonos fotos en esta situación tan lamentable por la que atravesamos. Y claro, no tienes fuerzas ni resuello para iniciar un debate en profundidad sobre el asunto, pero lo normal, dices, sería hacer la foto ANTES de empezar. Es como los que hacen fotos de una cena de colegas después de cenar, ahí, con todos los platos llenos de restos, con lo bonito que es tomarla antes de cortar el bistec. Pues no, tienen que hacer la foto cuando ya no sabes ni cómo te aguantas sobre la bici. Bueno, sí, te aguantas porque hay estriberas, que si no…

Una hora y quince minutos. No voy a aguantar, no voy a aguantar, no voy a aguantar. Pero la monitora insiste: “¡Vamosvamosvamos! ¡Fuerza a esas piernas, que aun falta lo mejor!”. ¿¿Lo mejor?? ¿¿Lo mejor es que nos recojan con pala?? Esta gente no es normal.


Llueve bajo techo

Se acabó el Isostar. ¿Y ahora qué? Ah, mira, una de las monitoras ociosas empieza a recoger nuestros botellines vacíos para traerlos rellenos de agua. Qué maja. Aún no está todo perdido.

Y entonces te cae agua encima. ¿Qué pasa, qué pasa? Una de las socias ha cogido su Fontvella de litro y medio y está regándonos a todos. Bueno, no está mal: desde que leí que Cleopatra se bañaba en leche de burra, siempre he querido como mínimo bañarme en agua mineral. Uno es así de fino, qué pasa.

El resto, hasta el final, pasa lentamente, en medio de una nebulosa, con frecuentes principios de pánico (“no aguanto más, me largo o me muero”). Pero entonces, llega el enfriamiento (es un decir, porque seguimos en un horno) y los estiramientos. “¡Hemos acabado! ¡Lo he conseguido!”. Aplausos, risas, abrazos, felicitaciones, alguna lagrimilla, salgamos de aquí, que esta gente está loca.

Un pequeño apunte sobre la ducha. Sí, te limpia, te refresca, pero en cuanto sales, vuelve a venirte todo el calor, y vuelves a sudar. Te coge complejo de huevo duro recién salido de hervir, que por más que intentes enfriarlo bajo el grifo, enseguida vuelve a estar caliente.


Gastronomía de campeones

Sales, ya es tarde y lo único que encuentras abierto para cenar es el Burger King lleno de patinadores nocturnos. Pues nada, una mugreburger con todo lo que encuentres en la nevera. Isostar no tenéis, ¿verdad? Es que me estoy enganchando.

Y acabas sentado en una hamburguesería, después de machacarte en el cachódromo, ingiriendo más calorías de las que moralmente te parecen aceptables, y repitiéndote que no puede ser que hayas vivido todo eso, porque si te lo explicase un amigo, detalles como el de pedalear con un trozo de sandía en la boca parecen más propios de una peli de Almodóvar que del mundo real.

Nunca seré un deportista. No son gente normal.


© JAVIPRESS 2007

miércoles, julio 04, 2007

CERRANDO EL CALENDARIO

Impresionante, pero cierto: he conseguido, tras dos años de trabajo, terminar el último dibujo de los doce que le prometí a mi madre. Sólo queda acabar una portada decente, y maquetar... Pero ya está. El trabajo de base está hecho. Fiu.

Y aquí están los tres hijos de mi personaje recurrente Mar Damsel: Calem (el del pelo raro), Dian (la bandarra) y Adam (el repelente/modosito). No, lo repito y ratifico: NO ME GUSTAN LOS NIÑOS. Por mucho que diga mi padre que me quedan muy monos. Sigh.

lunes, julio 02, 2007

WELLCOME HOME

Por terminar. Pero me hacía gracia oír comentarios al respecto. De momento hay quien ya me ha localizado la referencia más directa de este dibujo...