domingo, febrero 29, 2004

NI FRÍO, NI CALOR


Los que no jugáis a Rol os váis a quedar a dos velas. Podría estarme un buen rato explicando términos, pero no vale la pena. Sencillamente, saltáos el primer párrafo y ya está. Nota aclaratoria: un munschkin es el clásico jugador que no cree en interpretación, sólo en ver cuantos bonus puede conseguir.


Hace una temporada, mi amiga Calysthea juró y perjuró que había dejado el Rol, al menos el directo. Entendámonos: que no le daba la gana ni jugar ni dirigir, cosa comprensible debido a los energúmenos tipo munschkin que merodean la mayoría de partidas; estaba con una frustración tremebunda porque no había manera de llevar una historia a buen puerto con jugadores cuya única pasión en la vida es el saja-raja y acumular puntos de experiencia. Así que cuando me anunció que este fin de semana dirigía en Premià, obviamente tuve que ir. Puedo resistir cualquier cosa, menos la tentación...

En Barcelona y alrededores hacía un sol que partía las piedras a la hora a la hora en que cogimos el tren con razonable retraso, por una vez sin ser culpa de Ligigak (cuyo fin en la vida parece ser comprobar cuan tarde puede llegar a una cita sin que le humille públicamente) si no de la inefable Renfe, que nos vino a demostrar la relatividad del tiempo y el espacio, por lo menos en cuanto a ellos concierne. No parecen creer en horarios, aún recuerdo el día que subiendo a Vic estube más de tres horas sentada en el vagón, cuando supuestamente hacía el recorrido en hora y media... Volviendo al tema, vista la previsión meteorológica (mirar por la ventana y gritar "hace calor"), fui normalita, jersey, camiseta, abrigo y bufanda. Nada de los calientapiernas que estratégicamente coloco por debajo de los pantalones cuando realmente hace frío, ni mi abrigo de peluche que me hace parecer un refugiado de Siberia, pero calienta como un microondas (sólo que de manera uniforme, claro). Craso error.

A mitad de la tarde, dentro del local donde se celebraba el encuentro de frikis roleros, yo ya había desistido de hacerme la valiente y me había puesto los guantes. La temperatura no cayó, se hizo paracaidista y se lanzó, olvidando el paracaídas. El pequeño detalle de que nuestra mesa estubiese justo al lado de la puerta ayudaba, claro. Nos dedicamos a jugar a Star Wars, ponernos morados de donettes y kinder y pasar frío.

Pero eso no fue nada; salimos, después de una partida bastante satisfactoria (aunque, como diría Ligigak, no explotó nada) y... Chicos, aquello era el séptimo infierno de Zandru. Rasca, frío, humedad ambiente del 150%. Decidimos refugiarnos en casa de Calysthea para charlar y estar calentitos hasta que pasase el tren. Cosa curiosa, en casa de esta chica también creen en la relatividad, cosa que demuestran teniendo distintos relojes a distintas horas. Tenía uno ante mis narices diseño Gaudí , así que ni se me pasó por la cabeza consultar mi móvil (es que mi reloj de pulsera tiene el cierre mal y no hay dinero para repararlo). Suerte que decidimos salir con diez minutos de adelanto para coger el tren con calma: si no nos hubiésemos perdido el bello espectáculo de la traicionera Renfe decidiendo, por una vez en la vida, cumplir horario a rajatabla... El tren pasó justo delante nuestro, por un pelo no lo cogimos, a pesar de la carrera escaleras arriba y escaleras abajo que nos pegamos hasta la estación. Nos quedamos viendo como se marchaba. Aplausos, telón, los payasos salgan a saludar.

Así que de vuelta a casa de nuestra hospitalaria amiga nos repartimos los asientos (haciendo alarde de desfachatez colonicé para mí sola todo el sofá y acabé quedándome dormida mientras Cal y Ligigak descuartizaban sus vidas), y a esperar el primer tren, que pasa a eso de las cinco. Esta vez salimos con tiempo de sobras y nos estubimos un buen rato mirando como rompían las olas contra el cemento de la estación. Las salpicaduras de espuma nos llegaban a la altura de los ojos. Impresionante, y eso que íbamos bastante dormidos y por lo menos yo tenía la sensibilildad poética de un nabo pasado. Emprendimos el regreso en el primer tren dirección Barcelona, hicimos transbordo en Sants, y apa tito... Cap a Igualada.

Llegamos a Hospitalet a eso de las seis. Era como en el chiste: "¿Qué? ¿Mucho frío?" "¡Qué va, cero grados! ¡Ni frío ni calor!". Aquello era tremebundo, a una le entraban ganas de hacerse cerillera. No lo pasaba tan mal desde que dejé el trabajo en Vic, con esas temperaturas punta de 3º a las nueve de la mañana.

Moraleja: la próxima vez que pase por Premià, aunque sea Junio y lleguemos a los 45º a la sombra me llevaré el abrigo gordo. Ande yo caliente...

Besazo,

L Gato que está triste y azul (de frío)

miércoles, febrero 25, 2004

TIEMPO LIBRE Y VIEJAS AMISTADES

Buenas, chiquitines.

Aquí estoy otra vez, de entrevista en entrevista y enganchada al infojobs y otras páginas de auto-ayuda personal (eso si que es terapia, y no el tai-chi...). La doble dirección de e-mail me está siendo de lo más útil para evitar spams y porquerías. La casa, por desgracia, hecha un jander, pero la cocina sigue mejorando: me sale un arroz Rissotto de la muerte (gracias, Nyuskita, por dejarme espiar mientras cocinabas), y estoy en plena negociación de intercambio de recetas con mi buen amigo el mercenario, pese a algunos comentarios personales de mal gusto por mi parte. Sorry, babe, sabes que tengo una boca metro tremebunda... Como es buena persona, seguimos quedando para comer (en su casa o en la mía) y hasta me deja jugar al DanceDance Revolution, cosa que hago con una falta de gracia que avergonzaría a las ocas del parque del Retiro. Ya de paso quemamos las calorías acumuladas por nuestras aventuras gastronómicas: hemos evolucionado desde la tortilla de patatas y la paella hasta el atascaburras y los medallones de cerdo con salsa de anchoa, que por cierto le salen de muerte al chico.

Así que ya véis, mi vida real sigue interfiriendo en mi vida ficticia que es un asco. Qué le vamos a hacer. Con tanto tiempo presuntamente libre tiendo a la depre, yo no nací para maruja -cada vez admiro más a las auténticas amas de casa, yo es que no puedo-, razón por la cual estoy buscando trabajo con tanto desespero. Y para desahogarme de la obligatoria tendencia marujil quedo con gente y diseño para mi hermanito, que ha pasado al estatus de hijo debido a las inclemencias del brainstorming en una tarde de sábado cualquiera. Cuando acabemos el juego de Rol que estamos haciendo a tres, él (aka Ena, el Errante), mi buena amiga Calystea (aka Tekno, diosa de la Ciencia) y yo (aka Hika, diosa de la Magia) ya entendréis de qué hablo... Ah, y esto va por ti, Ligigak: al cromosoma X se le cayó una patita, ¿VALE?

Lo bueno es que he podido quedar con personas a la que no veía desde hace siglos, o encontrármelos de casualidad en eventos a los que, de tener mis habituales horarios saturados, no habría podido asistir. Me ha hecho ilusión rencontrarme con gente que no esperaba ya volver a ver: ex-compañeras de trabajo (ésta va por vosotras, sé que estáis leyendo esto, mis Masqueperras) pasando por ex-compañeras de estudios, ex-novios de profundas carcajadas, antiguas amigas a las que no veía desde los tiempos en que pasaba de forma regular por el mercado de San Antonio (y ellas también), y otros grandes éxitos del momento. Estoy super contenta de volver a ver a todo este personal aparentemente desauciado de mi vida, pero que reaparecen entre bastidores para darme el diplosorpresauro del mes. Y es que el mundo es un teatro en el cual los actores visten la más cara del tiempooooo... Ops. Debo dejar de escuchar la BSO de Utena, los temas de los duelos me afectan.

Espero que esta vez nuestras respectivas direcciones y teléfonos no vuelvan a irse "dónde habita el olvido", que está lleno de tumbas repletas de telarañas y me da repelús. Mi aracnofobia remite, qué remedio, pero yo no me vuelvo a dar esos paseos por el castillo de Drácula.

Besitos, nenes. Y sí, es una indirecta para que me escribáis. ¿A qué soy sutil?

sábado, febrero 14, 2004

SAN VALENTÍN


Hola, petardos.

Llegó San Valentín. Y yo con estos pelos: sin trabajo, sin dinero, sin ná. Vale, sí, con pareja. Pero sin perspectiva de bombones. Así que estoy de mal humor.

Para celebrarlo, ahí va una foto de gato. Muy mono. Recuerda al mío, ¿eh? El pie de página era algo así como "Si yo quiero jugar... ¿Dónde está todo el mundo?". Nada, a ver si a base de vitaminas el mío crece igual y le da por cargarse l'Hospitalet. Me haría un favor, como el Jocántaro del Dummie.

Así que feliz San Valentín. Así os atragatéis con los bombones, vosotros que podéis.

martes, febrero 10, 2004

NEOPAGANISMO

Para mi gran tristeza, me han cerrado la floristería de al lado de casa. No es de extrañar, me parece que la única que compraba algo allí era yo, y una rosa cada dos semanas no da para pagar alquiler, impuestos, etc. Lo último que hice fue comprarles un ramo de margaritas (rosas no les quedaban) que, con loable visión de futuro y espíritu competitivo, se dedicaron a marchitarse entusiásticamente unas a otras hasta que sólo quedaron las más fuertes. Menos mal, porque el agua era un auténtico criadero de minimonstruos, y no sabía dónde poner mi pseudo-jarrón (una botella de fontvella cortada por la mitad), porque entre el gato, mis papeleos constantes y el cableado omnipresente aquella base inestable era una clara invitación al desastre.

Ahora me quedan cuatro flores medio muertas, con aire alicaído (como yo cuando toca lavar platos). Las he podido trasplantar sin grandes entusiasmos a un jarrón de verdad, pero ultra pequeño, de esos de diseño, muy bonitos pero que sólo sirven para una muestra mínima del mundo vegetal, y que servía de base a mis rosas solitarias. El chibi jarrón (regalo de Yatsu) ha podido volver a su lugar de siempre, junto a la pantalla del ordenador. Bien cerquita se encuentra la eterna vela que, para consolar mis tendencias pirómanas, enciendo todos los días.

Ése es mi rinconcito: mi ordenata, unos cuantos ratones de tela, un huevo anti-estrés (sí, tal como suena, me lo trajo un enanito veloz de un viaje), un jarrón con cuatro flores y la vela. De lo más pagano. Cualquier día mi altar a la ciencia moderna e internet tendrá una silla delante y todo. Ya será la pera. El milagro de la multiplicación de las sillas y los traseros sin magullar. Es lo bueno que tiene el Neopaganismo: ni tienes que hacer sacrificios ni exige que dejes tu espíritu cáustico fuera cuando tienes que "adorar" a Internet (que no a Bill Gates, mi cinismo no da para tanto), y además te permite jugar a aventuras gráficas, descargar música, hablar con gente y ver pelis.

En estos momentos, creo en la segunda venida del cable. Y líbranos de los cortes de luz, amén.

Un saludito,

L Gato

domingo, febrero 08, 2004

INCULTURA GENERAL

Bueno, con este acabo mis e-mails masivos. Éste no lo fue demasiado, se lo envié a Yatsu no Tôri y poco más, pero lo he comentado verbalmente más de una vez. Una de esas cosas qui me gratent. Toujours. Què hi farem, soy un pequeño monstruo sarcástico. Y estábamos a finales de diciembre, y yo con un gripazo. Parece mi estado permanente, ¿eh? He obviado la respuesta horrorizada de mi amiga la rubia.

INCULTURA GENERAL

Estaba alegremente buscando por internet algunos temas (el aria de la Reina de la Noche, el tema de la forja de Sigfrido), cuando llegué a las siguientes conclusiones:

a) La gente es inculta.
b) La gente no se molesta en informarse.
c) La expresión o frase hecha "contrastar información" no existe, en términos generales, puesto que estamos en una democracia y la mayoría siempre tiene razón. Ya se sabe, no hay verdades, sólo hechos relativos. "En este mundo infernal...".

En conclusión:

1- El Canon en D de Pachebel lo escribió, como su propio nombre indica, Mozart.
2- Carmina Burana, de Carl Off, obviamente fue compuesta por Wagner, y su única razón de existencia es haber sido utilizada como banda sonora de la película Excalibur. Jamás hubo ni habrá otra versión de Carmina Burana, por mucho que se base en textos medievales. Ah, y sólo consta de una pieza, el Fortuna Imperatrix Mundi, por supuesto.
3- Wagner, aparte de esta pieza, lo único que escribió fue la cabalgata de las walkirias (esas tías gordas y rubias). Sigfrido en la forja no existe. ¿Y de todas maneras, quién coño era Sigfrido?
4- Ravel compuso el bolero. En exclusiva. Nunca en toda su vida hizo nada más. Ningún otro compositor escribió boleros. ¿Vals? ¿Es que existe otro vals aparte del Danuvio azúl?

Cualquier persona que postule lo contrario a lo aquí citado no sólo estará demostrando su ignorancia, si no además un espíritu pedante y antidemocrático. Enterémonos: ésta es la era de la desinformación, por favor, poned al día vuestros conocimientos.

ZOOFILIA Y BAJADAS DE BRAGAS

El otro día mi marido bajó una de esas series memorables de Miyazaki (autor de Marco, Heidi, la Princesa Mononoke, Totoro y no sé cuantas series y películas más): Sherlock Holmes. Para gran carcajada de mi marido, yo solté una vez que esa serie era una incitación a la zoofilia: ¿perritos inteligentes, adorables solteros ingleses despistados, estilizados animalitos? Digan lo que quieran, tanto perro y tan majo no debe ser bueno para la educación sexual de nadie...

Para los puristas de la obra de Conan Doyle, el Sherlock de Miyazaki puede parecer un poco demasiado blando: lejos del heroinómano, misógino y snob gentleman inglés de las novelas, con su violín y sus modales lánguidos, el cánido protagonista de los dibujos animados es un ser adorable, un soltero desordenado y achuchable de mirada resuelta y con esa encantadora torpeza típica de los protagonistas de este director japonés. Watson está tan alejado del gordito torpe de las películas como del médico de guerra de las novelas, una persona realmente normal (es por ello que Sherlock lo aprecia tanto, porque le mantiene los pies en el suelo), que pasa de ser un solterón que comparte piso con el excéntrico Holmes a ser un hombre de familia tras enamorarse de una de las clientas, mientras que en la serie insisten en esa faceta enamoradiza del doctor, además de añadir una especie de competición amistosa por las atenciones de la despistada ama de llaves, cuando el Holmes original no se interesó por otra mujer que la que le batió en su propio juego, Irene Adler, "la mujer", como dice el propio Sherlock. Moriarti, lejos del villano misterioso y frío del original, es un archienemigo con todos los tics propios de un "malo" de la Hammer -de hecho, en algunas de las secuencias guarda un sospechoso parecido con el Drácula de Coppola-. Sherlock no va de traje, sino con la ya famosa pipa y gorra de las películas, que en las novelas no aparece por ningún lado...

A pesar de todo, y del carácter amable del que están dotados todos los personajes por igual, no deja de ser una serie de mucho nivel, Miyazaki en su más puro estado. El autor respeta algunos de los rasgos del personaje original (por ejemplo, ese comentario estrambótico de despedida una tarde: "espéreme para desayunar...."), añadiendo detalles de humor blanco porque, al fin y al cabo, no deja de ser una serie infantil. Una de las cosas que más gracia me hizo es el episodio en que Moriarti rapta al ama de llaves para atraer a Sherlock a una trampa. Premisa típica, si se quiere. Lo que no es tan típico (o más bien, sí que lo es, pero de las obras de Miyazaki) es la reacción de la secuestrada, que con considerable cachaza se dedica a arreglarle la casa al malhechor, en vez de actuar con histeria o montar un show de gritos, ganándose con ello a todos los "malos" (No vean la risa que me dió cuando, en una de esas escenas en que Moriarti se imagina una posible vida con ella, se les ve despidiéndose en la puerta: "Adiós, cariño, cuídate" "Sí, querida" "Y ten cuidado mientras conquistas el mundo..."). Según mi novio, un detalle de machismo japonés, el que la chica se ponga enseguida en modo "ama de casa". No sé qué decir, a mí hay cosas que me parecen mucho peores... Es una de las pocas veces en que una raptada no te hace entrar ganas de abofetearla. Es gracioso, pero ese machismo profundo de la mujer-ángel doméstico (como dicen las feministas) no me carga ni la mitad que esas mujeres teóricamente liberadas que, en cuanto dan muestras de saber hacer la "O" con un canuto todo el mundo pasa a admirarse de su inteligencia y valor, como si fueran perros de circo que han hecho una voltereta particularmente difícil. Por otro lado, cuando la niña de turno se histeriza, entran ganas de decirle al villano, en plan amistoso: "Oye, te invito a unas copas si la matas ya, así, de buen rollo...". Porque sabes que te van a amargar la película, o la serie, o la novela.

Puedo tolerar muchas cosas, incluso la pornografía injustificada -léase, por ejemplo, las secuelas de El Clan del Oso Cavernario- cuando leo una historia no ya buena, sino sencillamente entretenida. Pero una cosa que me revienta profundamente es esa princesita, o novia, o amiga, que sólo está en la historia para gritar, que la rapten y la salven. La histérica, bobalicona y totalmente insípida co-protagonista, o heroína, que te hace pensar qué rayos debe hacer para retener la atención del heroe, puesto que es obvio que no se trata de sexo (suelen ser tan puritanas como tontas); luego le echas un vistazo al protagonista, que es más simple que el mecanismo de un lápiz, y retiras la pregunta. Lo que haces entonces es preguntarte qué hace una persona supuestamente inteligente como el malo, con todos sus planes megalómanos y sus frases cortantes, perdiendo el tiempo con niñatos semejantes.

Aunque hay algo que me revienta mucho más que la tonta rescatable, a la que, al fin y al cabo, si no tiene más luces qué se le va a hacer (aparte de borrarla del mapa con premura, claro está). Me refiero a esa espantosa maniobra que Yatsu no Tôri dió en llamar "la bajada de bragas".

Imaginaos ahora al otro prototipo de mujer co-protagonista: ésa que es lista, fuerte y valiente, que no se detiene ante nada y que nos tiene a todos los espectadores de su lado, incondicionalmente. Suelen ser una de las malas, o bien una de esas nuevas protagonistas que se atan la manta a la cabeza y asumen aquello de "si quieres algo bien hecho...". Luego llega el gallardo protagonista, ése con enormes músculos y escasas neuronas... Y adiós. La chica se enamora y llega el momento cumbre: ¡bajada de bragas! La chica inteligente, independiente, etc. se convierte en chica rescatable. ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAARGH!!! Ejemplo bien claro de este tipo de chica es la compañera de James Bond en El Mañana Nunca Muere. Uno se pregunta qué hacía para acabar misiones antes de toparse con Bond, porque teniendo en cuenta que la salva ya no una, sino dos veces, es obvio que la teórica "profesional" no se sabe defender sola en el terreno del espionaje y compañía. Ni de vaina. Y es que para lo único que sirven estas señoritas es para la obligatoria "pelea de gatas" entre ellas y la mala, tan parecida a ellas, que se ha ido a la cama con el prota también y siente un provado fetichismo por los trajes ajustados y los tacones de aguja, tan prácticos para las peleas cuerpo a cuerpo. En serio que adoro a las mujeres guerreras: la mejor, estéticamente al menos, la famosa Red Sonja y su inefable biquini de mallas. Me parto de risa al pensar en los respingos que debía pegar al montar a caballo. Incluso el modelito de pieles de Belit era más lógico, al menos no tenía pretensiones de defensa, sólo de comodidad. Y es que son tan prácticas las armaduras con escote...

Para eso prefiero la señora tranquila, ama de casa, que por lo menos no se las da de aventurera (como nuestra amiga Minna de Drácula, que parece ser, como la definió una vez el Dummie, "la hermanita tonta de Rippley"), pero que no reacciona como una completa descerebrada. En serio, mejor una mujer que no pelea -porque en la vida diaria, la gente no suele hacerlo, no sé si se han dado cuenta-, pero que no está aquejada de gilipollitis terminal, que la guerrera rescatable con el síndrome de bajada de. Que las rescaten, pero que no griten. La actitud amable y despistada de la Sra. Hudson me parece genial, de veras. ¿Quién no esperaría tranquilamente el rescate en compañía de un malo tan abrazable como el Moriarti de Miyazaki? ¡Jajejijoju! Por algo digo yo que Sherlock Holmes incita a la zoofilia. Nunca vi tanto soltero desastre junto, tanto personaje adorable y encantador. Incluso ese Moriarti histérico y psicópata me gusta. ¡Incluso las rescatables no molestan! Esa si que es señal de maestría al contar una historia.

Y luego me preguntan cómo es que, a mi edad, sigo viendo dibujos animados. Sigh...

miércoles, febrero 04, 2004

VIDA ONÍRICA

Hoy he soñado una historia de amor. Y no, no me refiero a una de esas en que hombre macizo y gélido se refocila con una buenorra boba con escote hasta los pies. Lo cierto es que era una historia tan cotidiana que parecía real.

Yo paseaba por un parque, cuando un perro, uno de esos rubios de largas orejas (como Virus, el perro de la novia de mi hermano), se me vino encima con esa fiereza emotiva y babosa que caracteriza al amor a primera vista. Le saludé con caricias y palabras animosas. El dueño venía detrás, un señor mayor de aire picassiano. Traía también otro perro, negro y más grandote. Nos pusimos a charlar sobre todo y nada; no nos presentamos, sencillamente íbamos hablando mientras caminábamos, disfrutando del paisaje.

Recuerdo que yo llevaba el pelo corto, como a los quince años, tejanos grandotes de esos que heredaba, mi camisa a cuadros favorita y mi anorak morado con cuello de pelusa. Por aquel entonces no llevaba pendientes, y a menudo me confundían con un chico. El señor hablaba con voz algo cascada. Resulta que se dedicaba a pintar coches para las carreras, para que el dibujo les diese suerte. Hacía mucho que ninguno de los coches que él pintaba ganaba. Le hacía gracia el encuentro tan casual, tan misterioso y decidió tomarme por musa. No quiso ni preguntarme cómo me llamaba. Me senté delante de él. Él iba recitando mis supuestas virtudes y características, según él me veía. A cada una de ellas añadía una inicial al dibujo que se iba formando sobre el capó del coche, justo sobre el motor. Al poco se entreveía un óvalo, como la silueta de una cara hecha de letras.

"Más que una pintura, lo que ha hecho es poesía", bromeé yo.
"Tú eres la poesía. Yo sólo la escribo", respondió él con esa galantería pasada de moda de los sesentones de buena cuna.
Me levanté y le besé la mejilla.
"Eso es lo más bonito que me han dicho jamás".
"No es original..." dijo él, con una mirada entre asombrada y encantada.
"Lo sé, es de Bécquer" respondí. "Pero no quita que sea lo más bonito que me han dicho".
Recitamos juntos aquello de "¿Qué es poesía? Me preguntas..."

En un arranque de genialidad, firmó el dibujo "Gustavo Adolfo Bécquer" después de añadirle el diseño de dos ojos a la pintura acabada. Como en los barcos de los antiguos... ¿Eran los griegos? No me acuerdo. Para que le diese suerte y ganase la carrera.

Resumiendo, el coche no ganó, para gran frustación del buen señor, que me acusó de no ser buena musa. Me fui un poco triste a casa, y sin duda enfadada con él.

Al día siguiente nos volvimos a encontrar en el parque. Estaba muy contento, un representante vio la pintura y lo habían contratado para trabajar en Francia. Se iba a trabajar allí, así que se le había acabado el malvivir del paro. Nos despedimos con cariño, seguros de no volvernos a ver jamás, sin dejarnos las direcciones ni teléfonos de contacto, sabiendo que si nos volvíamos a encontrar sería sin magia, ni arte. A su edad, hay que permitirse la licencia de soñar, aunque sea a costa de perder contacto con la gente real. Hay una cierta cualidad de ensueño en lo que sabemos que jamás se repertirá. Sus perros me hicieron un show de entusiasmo y afecto animal, inocentes e ignorantes, saltarines y felices.

No quiso saber cómo me llamaba.

Y ahora llamadme cursi, panda de insensibles. Un saludo,

L Gato

CUCARACHAS Y MUNDOS FANTÁSTICOS

Este mensaje es de cuando tomé la resolución de irme del trabajo. Estaba tan estresada que hasta me peleaba con los vendedores de Kleenex en el tren. Y no, no es broma: Imagináos la siguiente escena. Yo, medio dormida como siempre, y con el consiguiente mal humor (me levanto tan mal que hago parecer a Herodes el Amigo de los Niños), y el clásico pesado. Como me ven cara de buena persona, se lían a insistirme. El día anterior había llegado a la empresa medio llorando después de descubrir que tenía cincuenta euros para pasar el mes. Así que le dije algo así como: "No. Fuera". El hombre se ofendió y empezó a refunfuñar sobre que no tenía trabajo, insultándome como hacen a veces cuando no consiguen sacarte nada, que si no me iba a morir por un euro de nada... Mi respuesta fue, en voz alta y clara: "Pues mire, a mí hace dos meses que no me pagan, ¿sabe?". Se quedó un poco parado el pobre, y susurró un: "bueno, bueno, no la tomes conmigo..." "Ni usted, conmigo" solté yo. Cuanto más enfadada estoy, más educada me vuelvo, vaya usted a saber por qué. No deja de ser triste, ofenderse por las tonterías que te suelta una persona que ni te conoce ni tiene medios, pero yo iba a mil... Y fue una especie de última gota. Al volver a casa escribí este mensaje -si fuese Baudelaire habría escrito "peguémosle a los pobres", pero mi talento no llega a tanto; y mi cinismo, tampoco-, después de uno de esos días en que mandarías todo al infierno encantada. Diez días más tarde presenté mi renuncia, y escribí el segundo el día que finalmente me fui de allí. Ahí van los dos mensajes: El rabioso y el melancólico...

CUCARACHAS Y MUNDOS FANTÁSTICOS

Hola de nuevo...

Todos los que me conocen saben que estoy cursando el doctorado. Tema: la Literatura Fantástica. Pues, últimamente, mi vida parece más fantástica que algunas de las lecturas que he hecho...

Para empezar: cualquier lunes me voy a levantar con antenas, como el pobre prota de la Metamorfosis. Mis relaciones con los funcionarios son cada día más Kafkianas. Diálogos de besugos, colas interminables, gente que te enchufa el tiru-liru del hilo musical a cada frase cuando llamas por teléfono, demoras de contratos de un mes, empleados de banco que sudan de hacer su trabajo, horarios que estimulan la esquizofrenia ("no, sólo tenemos hora de visita hasta las diez de la mañana...", "no, sólo aceptamos pagos los martes" "¡Pero si hoy es fecha límite!" "Ah, que quiere que le haga"), nóminas y pagos que no llegan, increíbles piruetas para saltarse la burocracia de la Universidad de Barcelona, e-mails sin respuesta como tristes botellas de náufragos eternos del mar de internet... ¡SOCORRO!

Y es que, como decía Mecano en Este chico es una joya, "YA NO PUEDO MÁS". Por Dios, en este país el papel es rey, no es que la pluma valga más que la espada, es que las toneladas de papeleos inútiles y las colas interminables, y los jefes que pasan de hacer su trabajo o de contestarte desaniman hasta al más aguerrido caballero de la mesa redonda. Y tampoco es que esté el ambiente para Morganas, por muy bruja que una sea no hay hechizo que soluciones este desorden. Y a lo mejor entonces me hacen darme de alta como Bruja Independiente... Que una es pobre pero honrá, pero pobre. Yo no puedo darme de alta de nada, que hasta Febrero (¿de qué año?) no hay dinero.

La incompetencia está de saldo, la gente no te hace caso y mis jefes viven en su maravilloso mundo propio, donde las facturas no existen, las fechas de entrega (propias) tampoco, y las ajenas son cumplidas a rajatabla, y cuando no te las dan aún más.

En fin, lo que no te mata te hace más fuerte.

Pero no os extrañéis si, cuando alguien me pregunta como estoy, respondo: "como una cucaracha". O como Gregorio Samsa, que es lo mismo pero más culto.

Besazo,


La Secretaria Salvaje


ÚLTIMO DÍA DE TRABAJO

Hoy fui por última vez a mi trabajo en Vic. Resulta un poco raro, realmente creo que voy a echar de menos algunas cosas, las paradas de tren que me sabía de memoria, el paisaje siempre cambiante, los ríos y sus crecidas, los eventuales gatos que veía por la ventanilla, las visitas a Gestoría, el Banco y a alguna tiendecita de allí, una de comics y la de fruta...

Me he ido para no volver. Como comentaba con una compañera, le cojes verdadera manía a subir a un sitio helado e inóspito como ese. Pero añoras las casas señoriales que se ven desde el tren, y la compañía. Y eso que hoy TODAVÍA he ido. Todo tenía sabor de despedida, y me ponía un poco nerviosa mi propio sentimentalismo. Casi me echo a llorar cuando Nuri, mi compañera de trabajo, tren, penas y enanitos veloces (no preguntéis...) me ha regalado un gatito de peluche... Creo que le llamaré Henry. O no.

Lo peor:
Lo mucho que voy a añorar a algunas personas, como el estupendo vendedor de comics, Toni de la Gestoría o mi inestimable Nuri. Sí, ya sé, con Nuri puedo quedar, pero no va a ser lo mismo que verla cada día. También está la certeza casi clínica de no cobrar, claro... 1700 y pico euros que no cuento con ver jamás.

Lo mejor:
Pensar que ya no me tocará madrugar, ni pasarme cuatro horas diarias en tránsito, ni sometida a las
inclemencias del tiempo. Las despedidas (me ha hecho su gracia ver que yo no era la única que se emocionaba como una ceporra...), el ver que algunos quieren seguir en contacto, las bromas y los pequeños detalles como el gato de peluche, el cómic que me regaló el de la tienda, el abrazo de Toni, las coñas del pizzero (cuyo defecto al fin conozco: ha trabajado en una inmobiliaria, lo cual significa que debe tener pocos escrúpulos; menos mal, empezaba a pensar que era demasiado perfecto...), etc.

Me siento horriblemente cursi, pero estupendamente querida. Gracias por aguantarme, a veces parece que hasta lo disfrutéis... Os quiero, gentes de mal vivir.

Creo que por fin podré ponerme a buscar trabajo y olvidarme de nervios, problemas de espalda y de estómago, y mis pequeñas depres. Yahoo.

Y ahora me voy a dormir. Mañana será otro día, y espero que mejor que éste... Por lo menos, espero estar un poquito menos emocional. Je, si es que es posible...

Tranquilos, ya pasó todo y ahora me dedico a buscar trabajo, a pequeños encarguitos, al doctorado, la limpieza, el solitario, el Loom y batear pingüinos. El paro es malo para la salud mental...

lunes, febrero 02, 2004

LEVÁNTATE Y ANDA

Dedicado a todos aquellos que creéis que limpiar es aburrido.

Mi casa: ése lugar al que volver cuando ya no queda nada que lo impida. Ése foso profundo... Vale, exagero. No me gusta mucho mi piso, tiene el suelo más feo del mundo, las baldosas de la cocina y el baño son una pesadilla surgida de los sesenta y las puertas carecen de picaportes, el super más próximo está a un cuarto de hora y el ascensor permanentemente en el sobreático (debe habitar allí una colonia de sub-saharianos apiñados en constante movimiento, o eso o hay un puticlub y yo no me he enterado), el agua tiene tanta cal que al hervirla hace una capa blanca, garantizada para dotar de cálculos renales al guapo que se atreva a beber de ella, el polvo entra constantemente por la ventana y por ello parece permanente sucia aunque acabes de barrer, sólo hay dos habitaciones exteriores y el pasillo es tan oscuro que parece estar susurrando simbolismos freudianos, y para colmo el baño y la cocina son zona cero permanente. Eso sí, es barata, y para lo que es, espaciosa. Jamás tendremos tiempo, o dinero, o ganas de arreglarla (es de alquiler, no hay nadie tan idiota en este mundo como para gastarse la pasta en acondicionar este antro para que luego le suban el alquiler y encontrarse en la calle), pero nos deja habitarla. Que ya es mucho, en estos tiempos de alquileres imposibles y paro de la mendas.

Este fin de semana nos habíamos hecho el firme propósito de limpiar, mi hombre y yo. Cómo no, los planes se nos fueron al agua: Su madre estaba en la ciudad y nos cayó encima la inevitable (aunque agradable) comida familiar, llegó a Barcelona una compañera de carrera de Palma de Mayorca y tenía que verla, me surgió un compromiso ineludible el sábado por la noche... De resultas, el domingo estaba hecha cisco (hay que tener en cuenta que esta semana, de carambola, me coincidió una de esas menstruaciones-monstruo con un febrón que me impedía andar recto, y no, no exagero), y no hubo Diox que se moviese. Él hizo lo que pudo por su parte, pero uno de los planes era colgar las estanterías de la cocina, que se ríen de nosotros mientras retozan por los suelos desde tiempos remotos y para eso se requiere ayuda. Y cualquiera me hacía moverme.

Hoy se me agotó la paciencia y entré en modo Berserk: armada de escoba y recogedor, me puse sargento total y expulsé hacia el cruel mundo basuril a la colonia de pelusas que me devolvía la mirada con aire rebelde. Dispuesta a hacer limpieza A FONDO, aparté el sillón y hasta escarbé debajo de los armarios negros del comedor. Se entabló una lucha de titanes entre el polvo milenario, los pececitos grises y yo. Tenían rehenes, y amenazaron liquidarlos si yo no cedía en mi empeño. Estoy segura de que planeaban escapar mientras un francotirador acababa conmigo...

No temáis, sigo viva, obviamente. Si no, no estaría escribiendo esto... Conseguí rescatar a los rehenes: varios bolígrafos (algunos todavía funcionan), un peine (recuerdo a mi marido preguntando dónde podía estar, hará una temporada), uno de mis pendientes (que me regalaron mis ex-compañeras de trabajo y, por tanto, de gran valor sentimental... Gracias, queridos enanitos veloces), dos gomas de borrar y una de pelo y... Como cincuenta mil pinzas. Creo que las raptaban para crear una ciudad bajo el armario con arquitectura alternativa de diseño. Al parecer alguien de esta casa pretendía tener suelo de madera en vez de ese horror de baldosas marrón oscuro con pintitas. No es que no me identifique con ese afán de re-decorar...

Si en algo me ha servido esta experiencia, es para decidir que la próxima vez que pase por el super (sí, ése que cae a un cuarto de hora) voy a comprar insecticida del bestia, de ése que no sobrevive ni un elefante, voy a encerrar al gato en una caja a prueba de desastre nuclear y entraré en modo nazi-cámara de gas. Cometeré genocidio con esas criaturas que cohabitan conmigo.

Que, si no, cualquier día miro a esas pelusas en proceso de adquirir vida inteligente y sistemas políticos alternativos, digo "levántate y anda"... Y andarán.

"¡El horror! ¡El horror!"