martes, diciembre 31, 2013

Tanda de muñeconas

Hace ya casi dos años, creo, mi marido dejó de dirigir una trama cuidadísima de Juego de Tronos, ambientada años antes de las novelas de G.R.R. Martin. La cosa me dejó un regusto amargo, a mí como al propio máster de la historia. Apenas empezábamos a rozar la piel de la cebolla de las conspiraciones y contra-conspiraciones, pero los otros jugadores no estaban satisfechos con cómo iban sus personajes, así que lo dejamos para evitar un mal humor constante provocado por un simple juego.

Durante un tiempo tuve un marido enfadadísimo con el tema; luego le convencí para seguirlo con otros jugadores, en mesa, y aunque esto conllevó el abandono total de la subtrama que llevábamos por IRC y del personaje que tenía yo allí, me alegró ver que la cosa se reanimaba e iba tomando forma.

Todo esto para explicar que ahora me estoy dando adictamente a un nuevo juego de muñecas de la página de doll-divine, representando a nuevos pjs y pnjs de la saga, que afortunadamente sólo ha sufrido un reset y vuelta a los inicios, sin caer en el olvido total que temíamos. La página web que ha dado juegos tan versátiles para hacer muñecas de las de jugar a los trapitos de toda la vida como Tudor, ahora ha sacado la versión para LotR:

http://www.dolldivine.com/hobbit-and-lotr-dress-up-game.php

Y ahora los pjs que he ido sacando, tanto en sus versiones anteriores como actuales:

Julian Targaryen y su esposa Analiss, versión Tudor
Analiss, en la actualidad (versión LotR), con un nivel de soldado. ¡Se acerca el Invierno y la guerra!

Jeline Targaryen (nacida Tully), segunda esposa del Rey Julian
 Me gusta de ese personaje la combinación de colores Tully en el vestido interior, con los rojos, negros y toques de gris (es que el esquema de colores Targaryen me a-bu-rre). A fin de cuentas, que se noten los orígenes.

Hans Targaryen, Rey de los Dragones del Oeste, junto a sus dos mujeres: Belinda y Beatrix Targaryen (nacida Lannister)
Hans fue primera espada del Rey antes de tomar por esposa a Beatrix Lannister y cometer alta traición debido a políticas cruzadas, temas de cama y problemas con sus hijos (aunque no lo parezca, lo último fue el problema principal en realidad). Belinda, vestida en tonos Targaryen muy sobrios con preponderancia de gris y negro, era una plebeya que trabajaba de "bruja del pueblo" y con una deformidad que le marcaba media cara. Beatrix en cambio es considerada la mujer más bella de Poniente, aunque mejor no dejarle nada con filo delante porque es una torpe acabada en temas de armas (Ataque Inepto al máximo, ese mundo xD).

Primera versión de Lannister: el heredero William, su mujer Annie (izquierda) y su prima Iseut (derecha). 
 En esta primera versión con el juego Tudor me encontré varias limitaciones, entre ellas que Annie no quedaba bajita y regordeta ni queriendo, y que Iseut, la prima de padre Baratheon y madre Lannister, no podía ir vestida de caballero; sólo había variantes de vestidos, sin posibilidad de crear guerreras.

Segunda versión de los Lannister: Annie gordita y remonísima (¡¡sí!!), William en armadura, Iseut guerrera y el padre de William y Beatrix Lannister, por primera vez (antes no había molde de cara para hombre maduro).

¿Lo que más me gusta de las partidas de ahora? El rescate de tramas, y el poder usar a dos personajes tan potentes a nivel político como Analiss (la han apodado La Reina Justa, ¡¡ja!!) o Beatrix, que fue amante del Rey Julian antes de casarse con Hans Targaryen y acabar en el exilio en el Oeste.

Lo mejor del nuevo juego de muñeconas (¡gracias, Azalea y Doll-Divine!) es poder hacer personajes femeninos con armaduras y pantalones... aparte de la gran variedad de ropa y peinados que hay, y la posibilidad de hacer enanas o hobbits (aunque no se usa mucho de eso en JdT, hemos metido una enana por el tema de las muñeconas, yendo al revés de lo que hacemos).

Así están las cosas, oiga.

P.D.: ¡Ya hemos concluído la primera temporada! Sólo diré una cosa, pobre Rey Julián...

jueves, diciembre 19, 2013

RETIRADAS HEROICAS

Don Dorcha, el malo, allá en el 1996 con dignidad y tirantes

Hace ya tiempo que estoy enamorada de un video de Lord of the Dance, el show que creó Michael Flatley por allá por el 1996. Dos años más tarde, se hizo el Feet of Flames que era la versión extendida, con mejores fondos y más teatral, pensado a gran escala, pero personalmente la versión original, que tenía este video, me gustaba más. Y es que el malo, Don Dorcha, aparece aquí con una severidad marcial que en su versión Feet of Flames desaparece para ser substituída por una chulanguería de matón de patio de colegio, y el traje negro con tirantes se convierte en un vistoso disfraz, con capa de papel de plata a lo bocata de mortadela o un casco de pinchos ridículo a lo Hellraiser del todo a un euro.

¿Por qué los malos llevan casco de ciclista? ¿Es que los buenos están en contra de la seguridad vial?

Pero a lo que iba. Yo toda enamorada de Don Dorcha (ORIGINAL), de su severidad y marcialidad, planteándomelo como un malo respetable que hasta me inpiró una de esas mega-sagas de Changeling que quedó injugada por deserción de jugadores. Y entonces encontré el video completo de Lord of the Dance, con el show íntegro. Dejando de lado el tema de lo "digestivo" que pueda ser un video de más de una hora de baile sin diálogos narrando una historia arquetípica de buenos contra malos (a mí me gusta, y no soy la única, pero hace falta predisposición para ello; la primera vez que intenté verlo en casa de una amiga reconozco que no lo acabé de ver), con unas muy puñeteras cámaras lentas que en mi opinión se tendrían que haber ahorrado porque rompen completamente el ritmo de la danza, te permite gozar del show y de la vitalidad de los buenos contra la seca marcialidad de los malos.

Hay puntos que a mi parecer son discutibles, como la "mala" seductora y tal que es la superperra y que está más sola que la una; en mi experiencia, las mujeres perrakahs tienen su corrillo de minibrujas jijijaístas que les dan la razón, al menos hasta que meten la pata a nivel social y pierden su cojín de lameculos/sanguijuelas... Hasta entonces siempre encuentran quienes les rían las gracias. En cambio aquí es una marginada que yo comprendo que tenga ganas de puñetear aunque sólo sea por fastidiar a la rubia "buena" que va con su cohorte de niñas. Y luego está la coherencia del personaje de Don Dorcha, que merece capítulo aparte.

Enfrentamiento: Don Dorcha VS Lord of the Dance, con pequeño espíritu dorado de fondo

Para los que no lo sepan, Michael Flatley, que protagoniza Lord of the Dance haciendo del buenorro jefe, tiene el record mundial de taconeo por minuto. En el show original lo muestran en la escena de la confrontación entre Don Dorcha y el Lord of the Dance. Espoileando un poco (pero no mucho, tranquilos... como ya dije es una historia arquetípica y en realidad os podéis imaginar bastante bien cómo es la acción dramática, que no tiene secreto alguno), la mala traiciona al bueno a Don Dorcha. Y éste hace ejecutar al bueno. ¡Qué drama, qué tragedia, qué escena tan repleta de dramatismo...!

Entonces aparece el personaje raruno, el "pequeño espíritu dorado" (en Feet of Flames sale vestida de joker, cosa que cuadra bastante al personaje si conocéis un poco el tema de cartas del tarot), y revive al LotD en aparición estelar con subida simbólica desde los infiernos (hablemos de la moral del "bueno", ejé) todo sudoroso y descamisado. Y acontece la escena más avergonzante e hilarante del cine épico.

A saber lo que le estaban haciendo en el submundo para que salga tan enfadado. Y semienbolas.

A algunos os sonará aquella bella frase de "luchar con tantos y tan nobles caballeros no es de mi agrado. Me voy, me espera una barca". Como retirada goza de una despedida notablemente glamourosa e ingeniosa. Aquí no se da el caso. Revive el mozo, lleno de justa ira, y los seguidores de Don Dorcha, haciendo gala de su disciplina militar, salen por patitas, dejando al jefe más solo que la una enfrentándose al enemigo casualmente algo rebotado porque lo mataron a traición. D.D., con un par, se queda a pelear con el redivivo. Y ahí viene el número épico en que Michael Flatley demuestra su habilidad como poseedor del record mundial de taconeos.

Don Dorcha entonces se caga. Punto. Sale corriendo de forma antiépica porque el heroe le ha taconeado, así, sin sangre, sin muertes, sin nah. El tipo que acaba de cargarse a sangre fría al LotD sale corriendo por los sagrados tacones de M.F. Aún me estoy riendo.

Sin. Comentarios.

Bueno, sí, uno. Me ha gustado mucho, así en conjunto. Es muy bonito, de veras. Miráoslo.

lunes, diciembre 09, 2013

Más revisiones de viejos dibujos...

Quizás sea la edad, quizás esté llegando al dique seco de la creatividad, quizás sea la falta de tiempo, quizás sea el mural que me ha encargado mi marido que se come el resto de actividades (nah, tampoco le dedico tanto tiempo, creo)... El caso es que me da por revisar antiguas libretas de dibujo, y de vez en cuando me digo: anda, ¡si esto no lo acabé! ¿Y si...?

Mirando por ahí encontré un viejo dibujo de cuando Nico me dirigía una partida de dragones bastante interesante, tanto a nivel de mundo como de trama. Y me dije, qué rayos... ¡voy a acabarlo!

Aquí tenéis el dibujo de línea finalizado en carboncillos:

Y aquí el dibujo definitivo, pasado por el querido potochó:


Si retoco alguno más de los que he ido encontrando, ya iré subiendo. ¡Hasta más ver y hacer!

martes, noviembre 19, 2013

De vuelta con... Into the Labyrinth y Changeling

Que soy una fan acérrima "Laberinto" (Into the Labyrinth) de Jim Henson es algo que supongo que los que lean este blog ya habrán más que supuesto, dado mi anterior post dedicado a la interpretación de dicha película. Que me gusta mucho el juego de Rol Changeling es también una obviedad, dado la cantidad de veces que me ha inspirado alguna ilustración.

Hete aquí que me dió por sumar dos más dos. El Rey David (Changeling), King David, Jareth, David Bowie... Que a diferencia del pobre Chotacabras, Bowie haciendo de Jareth tiene mucho, mucho glamour (y no, no es una metáfora guarreta referida a lo que rebelan las mallas, malpensaos).

Así me salió el siguiente Rey David:

¡Gracias, Jim Henson!

lunes, octubre 07, 2013

EL OCUPANTE, de Sarah Waters

El tema de las casas encantadas es como un género en sí mismo dentro del terror. A poco que hayas visto o leído algo, tienes por fuerza que conocer las bases. La originalidad de El Ocupante es que une lo más tópico y lo más original, en un planteamiento ambiguo y desasosegador con momentos puntuales profundamente perturbadores. La autora sabe cómo convertir los elementos más cotidianos en algo muy Unheimlich, como diría el bueno de Freud. Cosas que se comportan de forma antinatural, fenómenos extraños, muertes terribles y conmovedoras...

Al principio nos encontramos con que el narrador de la historia, un médico sin demasiada proyección económica pero trabajador y respetable, nos explica el origen de su amor por una vieja mansión. A medida que la historia transcurre, a ese amor se le van sumando elementos de obsesión, mientras que el lugar se va convirtiendo en el escenario de hechos espantosos, en los que la lógica no tiene lugar. Recuerdo con particular incomodidad la escena del espejo, que debería resultar absurda mal contada, pero que resulta tremendamente perturbadora por la maestría con la que es narrada, aunque hay escenas posteriores igualmente desagradables. El Ocupante, sea lo que sea (al final, si has sido un lector atento, puedes intuir de qué se trata por lo que te explican de la casa y de sus habitantes, incluyendo su doctor en el círculo familiar en este caso), tiene un comportamiento perverso y errático, asesino en ocasiones, reflejando a la perfección las filias y paranoias de cada uno de los integrantes del drama.

No sé cómo describir el profundo malestar que me invadió al leer según qué escenas sin estropear el efecto a otros lectores. El ambiente es malsano, la sensación de inevitabilidad es trágica, y la casa en decadencia parece querer vengarse de sus habitantes en algunos momentos. Sin embargo, lo que se insinúa a lo largo del relato es igual de malo, o peor. Tras analizar algunos de los puntos claves de la historia, yo pienso que no es únicamente la casa la que actúa, aunque no hay asesino físico. De hecho, la novela entera es a la vez un canto de amor mútuo entre un edificio y una persona, y un relato malsano de obsesiones, terrores profundos y hechos inquietantes absolutamente inexplicables con las leyes de la física en mano. Queda la posibilidad de echarle la culpa a la neurosis colectiva de los habitantes de la casa, pero yo me inclino más hacia la hipótesis más perturbadora que proporciona el realismo mágico. Simplemente porque me cuadra mucho más.

Una lectura recomendable, estremecedora y, si mi idea de lo que ocurre es cierta, tremendamente fatalista. A la manera del Otra vuelta de tuerca de Henry James, el relato te hace dudar de la palabra de los que la explican, tanto del doctor como de sus pacientes, y deja al lector con la miel en los labios y la posibilidad (remota, por supuesto, pero existente) de una explicación lógica... y de una absolutamente anormal y terrible.

Por mi parte, un diez.

martes, septiembre 24, 2013

MI VIDA CON PACO

Mi marido tiene un ente asombroso dentro de él llamado Paco. Paco es una criatura absurda, irracional, llorona, que se alimenta de mantequilla a cucharadas y anchoas directas de lata, que se queja de que nos han robado el jardín y que me vuelve la espalda si le riño. También se abraza a mí y no me deja moverme para que no me caiga, castiga al cepillo de dientes por no hacerle caso en un rinconcito, para que sufra, o insiste en regar las plantas pasadas las dos de la mañana.

Paco es una criatura llena de sorpresas y a la que quiero mucho, pese a decir auténticas barbaridades y a tener a menudo antojos de cosas que no sientan bien a mi marido, o de Nesquik fresquito.

La última que me hizo fue intentar ordenar la casa. Tras haberse llevado mi marido por error mi bolsa de dados al trabajo, Paco decidió protegerlos colocándolos en un lugar sano y salvo, al abrigo de los despistes generalizados. Sobre todo, que no se perdieran, por supuesto.

¿En qué otro lugar iba a ponerlos, si no era en el cajón de los perfumes y cosméticos del baño?

¡Gracias, Paco!

domingo, agosto 25, 2013

The mirror of her dreams / A man rides through

The mirror of her dreams, por Michael Whelan. Portada original de la primera edición.
 Stephen R. Donaldson es un autor de fantasía que probablemente suene a los lectores del género por sus conocidas Crónicas de Thomas Covenant el Incrédulo. Personalmente, nunca fuí capaz de finalizar siquiera la primera de las trilogías de este personaje, ya que no conseguí empatizar lo suficiente con el protagonista como para que lo que le ocurría me importara en absoluto. Estoy segura de que el problema es mío, no de la historia, ya que tiene un considerable renombre y, leída otra célebre (al menos en el mundo angloparlante) obra del autor, y releída unos cuantos años más tarde, no dudo de la maestría como escritor de Donaldson. Sencillamente, Thomas Covenant no consiguió llamarme la atención. Lo intenté, pero no lo logré. Qué se le va a hacer.

Por contra, la serie de La Necesidad de Mordant me encantó en una primera lectura (estaba en la sección de saldos de una célebre librería de Barcelona, tres tomos por apenas 2 € cada una). Me las compré de golpe, dispuesta a darle una segunda oportunidad a Donaldson, y nunca me he arrepentido menos de una compra. Sí que me arrepentí de fiarme de la sección saldos, eso sí, ya que la edición española constaba de cuatro volúmenes, no tres, y el cuarto me costó bastante más de encontrar, y no digo ya el precio que me cobraron por ella porque fue absurdo, fenicio y sacacuartos. Obviamente, quien dirige la librería que comento sabía perfectamente lo que se traía entre manos.

De todas formas tanto la lectura como la relectura me dejan buen sabor de boca, y tenía ganas de comentar esta obra precisamente porque por lo que he leído en internet sobre ella en España no tuvo mucha (o ninguna) repercusión. Los que esperaban unas aventuras a lo Thomas Covenant encontraron a la protagonista de la saga insufriblemente pasiva. Cierto es que Terisa Morgan tiene tantos problemas en aceptar su propia realidad como el leproso Covenant los tenía para aceptar la realidad de lo que veía y sentía. Sin embargo, pese a la repetición del tema de la realidad vs. irrealidad, la historia (y los personajes) son bastante distintos.

Al editarlo en cuatro novelas en vez de dos me temo que la editorial española cometió un fallo garrafal. Formalmente, los dos tomos ingleses tienen la acción y la narrativa perfectamente separados. Al dividirlo, la estructura que el autor obviamente ha trabajado cuidadosamente se va al garete.

En su primera parte, The mirror of her dreams, esta mini-saga de unas 1200 páginas en su edición original inglesa, el foco narrativo sigue en exclusiva a la protagonista, que es una mujer que ha sufrido maltrato infantil (y no hablo de nada tan terrible como pederastia o similar, pero el trato negligente y el abuso psicológico que sufre a manos de su padre ya catalogan como maltrato) y que tiene que lidiar con un mundo nuevo por completo. Surgido de un espejo, un joven la traslada a Mordant, lugar en que la Imagería tiene un papel controvertido. La ética del uso de ésta es uno de los temas principales durante la novela: básicamente la "magia" consiste en crear espejos que muestran otros mundos, otras realidades (los espejos curvos) para trasladarse a ellos, o trasladar lo que contienen. Puede parecer un principio banal, pero a medida que se van desatando los horrores de mundos posibles vas viendo que la discusión sobre la ética de la Imagería es un punto fundamental a debatir. Los espejos planos, por contra, muestran el mundo mismo en el que están (aunque no siempre el lugar exacto, reflejando tal cual), pero trasladarse a través de ellos vuelve loco a quien lo intenta, a menos que posea un poder o talento especial para ello. De hecho, el mero hecho de verte reflejado en un espejo puede borrar por completo tu mente.

Con este punto de partida, Donaldson desarrolla todo un mundo con sus intrigas políticas y sus facciones en batalla, sus discusiones, sus traiciones, y sus horrores. De una forma que a mí me parece magistral, conduce toda la acción en la primera novela (lo que serían las dos primeras en la edición española) a través de los ojos de la pasiva protagonista, que tiene tal pánico a ser irreal ella misma que prefiere permanecer pasiva e intentar comprender en la medida de lo posible el mundo que la rodea. Eso la convierte en una excelente cicerone para el lector, ya que a medida que Terisa descubre las intrigas políticas que la rodean y el mundo en el que está, también lo hace el lector. De hecho, todo el suspense de la primera parte proviene de la ignorancia de quien lee (y de la propia protagonista) de lo que ocurre, de por qué ocurre, y de sus consecuencias. Al releer la novela y conocer ya las subtramas, reconozco que en una segunda lectura pierde su encanto debido a que ya sabes lo que está ocurriendo, pero aún así la perfección formal de la novela hace que sigas leyendo pese a todo.

Me gusta particularmente también que el autor use a una protagonista tan pasiva, ya que le permite caer bajo errores que en una mujer de armas tomar resultarían incomprensibles. Sin embargo, la psique de Terisa es tan débil a ciertas presiones, a la necesidad de justificar su propia realidad, que cae bajo el influjo de ciertos personajes con una facilidad vergonzosa sólo para satisfacer su necesidad de ser. Donaldson recurre a ciertos mecanismos de novela rosa que en otro resultarían risibles, pero que en el desarrollo de la trama son llevados con una maestría que le quita ligereza al recurso. Así es como un ambiente cerrado, opresivo, lleno de intrigas cruzadas, desconfianzas y túneles secretos tiene sus gotas de seducción puramente sensual, y sin embargo esa seducción no se come la trama, sino que es una de las armas que se utilizan tanto en el juego político de los personajes como en el arte literario del autor.

Podríamos decir que la protagonista está entre dos hombres (qué clásico, ¿verdad?), uno que es guapo pero blando y torpe, y el otro que es seductor, experimentado y seguro de sí mismo. El autor tiene además el buen arte de plantear al seductor como un hombre que no es para nada guapo, pero sí atractivo, cosa que a mi entender le hace ganar puntos en carisma al personaje.

Pero que nadie se llame a engaño: aunque el amor es uno de los temas de la trama, ni de lejos es el único o el más importante. Hay una fuerte tensión política durante toda la primera parte, y el amor, la lealtad, la amistad e incluso la sensualidad pura y dura son armas que se utilizan por los diversos bandos que circulan por la novela. Dado que en ningún momento se emprenden éxodos o hay cambios de punto de vista, todo lo percibimos a través de la visión de Terisa, que por lo externa a todo es a la vez una observadora ideal sin prejuicios e incapaz de procesar todo lo que ve y aprende, o de tomar partido. El autor consigue mantener la tensión en todo momento, con intentos de asesinato aparentemente imposibles por las reglas que él mismo ha establecido a la magia de su mundo, con personajes llenos de secretos que no confían unos a otros, con toques de terror y gore en algunos puntos precisos cuando algunas criaturas son trasladadas, para espanto de los personajes y disfrute del horrorizado lector. En algunos momentos Donaldson es simplemente Lovecraftiano, en otros momentos el absurdo más kafkiano parece inundar la obra, pero a medida que la acción avanza a pesar de todo, la trama se va desarrollando con la precisión de un mecanismo de relojería.

Al final de la primera novela (en lo que sería el último cuarto de la segunda en la edición española), la intriga está empezando a alargarse excesivamente; pero justo cuando el lector podría pensar que la protagonista es tonta de remate, se desarrollan una serie de eventos cual caída de las piezas de dominó, de forma implacable y lógica, y la novela finaliza con las cuarenta páginas más brillantes que podrían esperarse.

La segunda novela (osea, a partir de la tercera en la edición española) tiene una estructura completamente distinta a la primera, incluso opuesta: si en la primera parte hemos seguido los acontecimientos en exclusiva desde el punto de vista de la protagonista, en la segunda los puntos de vista se diversifican y se enriquecen. Éste era un lujo que el autor no podía darse en la primera parte en pro de la intriga y el desarrollo lógico de los acontecimientos, pero en la segunda parte se han descubierto las cartas, ya tenemos una idea de quiénes son los villanos, y todo empieza a encajar.

Si la primera parte es opresiva y se basa en la política y sus intrigas, en la segunda parte hay acción imparable, cambios de punto de vista, y la estructura de toda la saga de juego de ajedrez se pone en evidencia; no puedo evitar acordarme de Alicia a través del espejo en este punto, ya que las premisas y los temas desarrollados son muy parecidos. Realidad e irrealidad, estrategia de ajedrecistas, y el paso inicial de la protagonista a través del espejo a otro mundo distinto.

Sin embargo, lo que uno no espera en una saga habitualmente es el cuidadoso despliegue de tácticas opuestas, la explicación detallada de las estrategias que se van dando... y Donaldson tiene la suficiente valentía como para hacerlo y salir bien parado de todo ello, demostrando que tiene buena mano, buen hacer y mucho ojo al plantear su trama, sin necesidad de hacer trampas. Hacia el final puede parecer que los talentos de los protagonistas crecen de forma injustificada, pero dado que desde el principio se olía por el buen lector que algo raro tenían para que se les atacara como se les ataca, en mi opinión queda bien atado antes que convertido en una explosión de poder porque sí.

Francamente, si queréis leer una novela (dos) sobre intrigas políticas y sus consecuencias en un final épico y una batalla sumamente bien desarrollada, dejaos de Juego de Tronos. Si hay algo que no soporto, es la forma en que los protagonistas de esta saga van cayendo inevitablemente por ser estúpidos, ya que parece que les anuncien que están comentiendo errores para que se afanen más en mostrarnos lo imbéciles que son. En cambio, en La necesidad de Mordant el juego político y las batallas no se resuelven porque alguien sea un zopenco con menos visión que un topo dentro de un cazo, sino que los "jugadores" y las "piezas" del juego hacen un despliegue de ingenio, de capacidad deductiva, de adaptabilidad a las circunstancias y de cojones (las cosas por su nombre) que hacen que todo el enfrentamiento entre heroes y villanos sea impresionante. Las muertes de los personajes (que las hay, algunas con un toque de épico patetismo a lo 300, otras con una sordidez espantosa) son conmovedoras antes que irritantemente previsibles, los toques de terror gore y fantástico están bien aplicados, las intrigas tienen un desarrollo imperfecto debido a las acciones de los propios personajes (que no son infalibles precisamente, y en eso radica también su encanto) pero a un tiempo implacablemente matemático.

En conjunto, una auténtica delicia. Y con el final más feliz que se le pueda pedir dentro de la lógica de la propia narración. No sólo de profundas, sesudas y dramáticas novelas vive el hombre, así que si os apetece una "lectura más ligera" (como definen los angloparlantes a esta saga por comparación con la de Thomas Convenant), toda vuestra. No es ni mucho menos para todos los gustos, pero si le dáis una oportunidad es posible que os dé unas cuantas agradables sorpresas.

miércoles, julio 17, 2013

LA SANGRE DEL VOLCÁN, O EL AMOR COMO ENFERMEDAD

Alfonso Font es de esos autores que no necesitan presentación. Autor entre otros de Prisionero de las Estrellas o de Cuentos de un Futuro Imperfecto, conjuga un dibujo audaz y con mucho estilo (y de personajes femeninos tan interesantes como anatómicamente atractivas, los que le hayáis leído ya sabéis por qué), se aleja velozmente en dirección contraria a la crítica social de la España de ayer y de hoy tan practicadas por autores como Carlos Jiménez que casi ni parece español, en el mejor sentido de la palabra.

Ojo, soy una gran fan de Jiménez, desde su descarnado Paracuellos hasta su descacharrante (que no menos desgarrado en algunos momentos) Los Profesionales, pero Font es a mi parecer más europeo, más universal, menos enraizado en el conflictivo pasado de este país (pasado que seguimos arrastrando, para qué negarlo), y eso tiene su propio y particular atractivo. Vamos, que sin negar el valor de Martín Fierro, a mí me sigue gustando más el Aleph de Borges, y que me disculpen aquellos que creen que es mejor criticar lo que se vive de primera mano (cosa que requiere valor, sin duda, aparte de talento) que hacer indagaciones universales más abstractas. En mi humilde opinión, al César lo que es del César, y para contar una buena historia no sólo hace falta la crítica acerba de la realidad vivida, sino saber simplemente narrar.

Y Font, ahí donde lo ven, es un narrador estupendo, extraordinario en algunos momentos incluso. Su La Sangre del Volcán me fue definido por un gran amante del cómic como "un Corto Maltés heterosexual", cosa que me dió mucha risa pero leyéndolo entiendo el por qué de tal apreciación. Tan aventurero y soñador como el personaje de Hugo Pratt, carece por completo de amaneramientos poéticos o de la celebrada boa de plumas con la que se pasea nuestro marinero (casi) favorito por las en ocasiones excesivamente surrealistas historias de Pratt (y es que dudo que le perdone nunca la -en mi opinión- tomadura de pelo de Las Helvéticas). Corto puede lucir unas patillas de lobo de mar de categoría y enamorarse continuamente de las mujeres "del otro bando", como dice él mismo con mucha gracia, pero se le ve y se le verá siempre más interesado en sus amistades masculinas que en los deliciosamente estilizadas coprotagonistas de algunas de sus historias, aparte de lucir unos labios y un diseño que le hace fabulosamente ambiguo. Cosa que, a mi parecer, no es un descrédito para nada.

Rohner en cambio no parece para nada afeminado, pese a sus mejillas rubicundas y su amistad con Stevenson, con el que pasa tanto tiempo hablando como pasa, en solitario generalmente, corriendo sus ingeniosas aventuras. Este encantador canalla tiene un sentido del humor tan irónico como el de Corto, es tan apátrida como él, y se interesa bien poco por grandes ideales como nuestro Maltés favorito (ahora sí), aunque no tiene tantas frases geniales como él ("Voy, me hago matar y vuelvo" sigue siendo de mis favoritas, lo reconozco). No sé de que se haya publicado más del volumen que sacó Norma en su momento, y cuya portada encabeza este artículo, y en mi opinión es una lástima. Ignoro si es por falta de material original o de ventas en nuestro país, pero creo que es lo único que se sacó de Rohner. Así es la vida.

Personalmente no me acabó de interesar mucho Rohner en una primera lectura. No sé si tenía yo quince o dieciséis años, y un personaje tan poco delicado en más de un sentido (y lo terrible de la última historia del recopilatorio) no lo hacían muy apto para mis gustos de adolescente romanticona. Ahora, con los treinta más que bien cumplidos, releer las tres historias que tengo en mi haber ha sido un placer inesperado. Aunque las dos primeras son realmente buenas, la que roza lo espantoso y cae de lleno en lo genial es la tercera, que narra como nadie las visicitudes del amor como enfermedad mental.

A partir de ahora puede que caiga en espoilers, así que estáis avisados.

La trágica historia de un aventurero europeo, enamorado (o eso cree él) de una nativa polinesia, es una vuelta de tortilla al Romeo y Julieta, y ni digo ya a la cantidad de historias colonialistas con bella indígena perdidamente enamorada del colonizador superior a ella en todos los sentidos y, sobre todo, blanco. A mí el macho alfa conquistador me toca tanto la moral como la femme fatale o la actual tendencia de la novelita romántica actual (a Cincuenta sombras y sus cientos de cachondas lectoras me remito) a la mujer sumisita y tirando a mema usada de alfombra por el hombre rico, traumado y necesitado de amor; señor, cómprese un perro.

Como bien le dice la princesa al "heroe" que acaba de salvarle la vida, él tiene un propósito bien claro: acostarse con ella. Punto. Si ella hubiese cedido a él, ¿en qué habría acabado la historia? En una más de cientos, aventurita extramatrimonial de aventurero en las islas, y luego paz y después gloria, o Madame Butterfly con las tetas al aire y flores en el pelo, que tanto da. En vez de eso, ella se niega a caer en la ignominia de un matrimonio con un hombre que ni le interesa, ni es de su sociedad, ni de su nivel social (a su parecer de ella, ojo), y le hace todas las judiadas posibles, para acabar amenazándole de muerte cuando él se revuelve ante la última y más terrible de ellas. Si es que hay hombres que no tienen ningún sentido del humor cuando se trata de soportar dolores terribles durante un mes por el bien de la mujer amada, oiga...

El final de este pobre desgraciado es abrupto, cruel, y el único posible. Casado, con una familia encantadora, un nivel social bastante bueno, y una cultura refinada, se le va completamente la cabeza debido a la obsesión que siente por esta damisela tan alejada de sus parámetros sociales. Aquí el amor no es un hecho trágico, sino que cae directamente en los abismos de lo patético, ya que no sólo no es correspondido, sino que parece tratarse de una mera obsesión que crece hasta devorar todo lo demás. Léase, una enfermedad mental, no un sano toma y daca, ni siquiera un clásico amor-dolor de los trovadores, a los cuáles no veo enfrentándose a una belle-dame-sans-merci que se trajine a tres buenorros delante de su doliente enamorado para quitarle la tontería de la cabeza. Y es que se supone que la dama lejana es casta, ¿sabe usted? En este caso, para nada.

Lamentablemente, aunque ella es cruel hasta decir basta, puedo empatizar más con la dama que con el enamorado. Ese tipo de obsesión malsana de él es espantosa, y aunque él sufre lo indecible para estar con ella, dado todo lo que está dispuesto a sacrificar y lo poco que valora lo que tiene, llega a retratar una decadencia emocional y mental que asusta aún más que la indiferencia de ella. La actitud de la princesa, dentro de la sociedad en la que se mueve, es comprensible; la de él es simplemente enfermiza.

Vamos, que nos enfrentamos, a mi parecer, a una historia en la que no se habla de amor como relación, sino al amor como enfermedad mental. Algo admirable, espantoso y dantesco por sí mismo, y que tiene el final sin concesiones que se veía venir desde buen principio. Porque Font, como los buenos narradores, no tiene necesidad de engañar al lector para engancharle, así que la historia termina como tiene que terminar, con un cruel golpe de efecto que liga todo con la implacabilidad de un pathos griego. Y es que el exceso, sea en lo que sea, es malo; en este caso, el exceso es por sí mismo el protagonista indiscutible de La Sangre del Volcán.

¿Qué puedo decir? Bravo, señor Font.

lunes, julio 15, 2013

Y un poquito de Changeling (para variar)

Como siempre, me lío con otras actividades y me olvido de este blog... No porque no se me ocurran cosas para escribir, sino porque muchas veces se me ocurren mientras ando por la calle, o estoy en el trabajo (momento poco apropiado donde los haya), o cuidando a mi peque.

Pero bueno, como últimamente tengo un poco de subidón Changeling (visto que tuve bajón de 5A, y que ahora no encuentro a mi partner para seguir con ello cuando empieza a asomar tímidamente la oreja la inspiración), ahí van mis dos últimas obras relacionadas con el tema: un sidhe y su bella esposa sluagh. Sí, no es un contrasentido, va en serio xD


Como notas curiosas, decir que el nombre del feudo de él (Duque Ashes de Ashenfell, Casa Eiluned) viene de pasarme demasiadas horas releyéndome la versión original de Doneval, Giftwish. Una novela teóricamene infantil pero que en mi opinión puedes releerte mil veces, junto con su secuela Favila/Catchfire, debido al uso de simbolismos constantes y que harán las delicias a aquellos que hayan estudiado ni que sea por encima el tema. Es que el autor es profesor de Filosofía,  y se nota. Pocas veces he encontrado una teoría sobre la magia tan convincente como en estas novelas.

Pero volviendo a Changeling, ahí están la parejita en apuros. No sabría deciros cuál de los dos es más rescatable, si el Gran Duque o la Princesita...