No sé cómo me convencieron para ir al dentista. Yo no quería. Todo el mundo me dijo que no dolería y me quitarían las manchas de los incisivos. Todo falso: sigo siendo un leopardo. Y ni siquiera me pusieron anestesia.
Mi sarro
me lo limpiaron
anoooche en el dentiiista.
¿Dónde estará mi sarro?
Dónde quiera que esté, ¡mi sarro es mío!
P.D.: Es mentira que las limpiezas bucales no duelan. Ay.