De nuevo las delicias del invierno atacan, en forma de catarro con fiebre de esa que te hace alucinar (y no, no estoy exagerando: deberíais haber oído el concierto con teclado de sonidos de gato en celo que escuché). Pasada esa fase, hemos llegado a mi favorita: la época del moco.
Y ha llegado en todo su esplendor, con gastos de papel que obligan a ir con un rollo de papel en el bolso, cosa que te da aire de Maruja desconfiada con incontinencia. Conozco pocas cosas menos sexys en esta vida que ir a un restaurante y tener que sacar el papel para el trasero mientras comes sabroso pulpo. Hace que parezca que reniegues de las honradas servilletas de hilo, tan tradicionales como el techo de madera de los buenos asadores rústicos.
La congestión ha sido para llorar, así que con toda clase de fluídos pendiendo de distintas zonas de mi rostro, me he dirigido a la farmacia, a que me diesen algún inalador, pastilla o jarabe. Y es que
lo que no te mata no hace más que retrasar lo inevitable.
Salí con mis pastillitas (rojas, pregúntenle el significado a Neo que yo ya no me acuerdo) y me senté a leer las instrucciones y contraindicaciones. Yo tiendo francamente a la hipocondria, pero esto ya fue demasiado. Me sentía como el protagonista de
"Tres Hombres en una Barca (por no mencionar al perro)", que llega a creer que tiene todas las enfermedades (salvo dos) existentes. Ahí te describían posibles efectos adversos que iban desde dolores de cabeza hasta nerviosismo (¿crisis de estrés?), insomnio, somnolencia, dolor de cabeza, irritación de los ojos (como si no lo tuviese ya de serie), mareos, nauseas... Vamos, que como poco debían llevar cianuro en pequeñas dosis. Por no comentar que no podían tomarlo ni embarazadas, ni asmáticos, ni ancianos, ni niños, ni...
¿Hace falta seguir?
Me he servido un vaso de leche de soja (alergia a la lactosa, espero que no esté contraindicado también para eso), he cerrado los ojos, he encomendado mi alma y me he tragado la pastilla de marras.
Así que si no vuelvo a bloggear, ya sabéis: No toméis pastillas para la congestión. ¡Son malas!