sábado, julio 30, 2011

Un lugar incierto VS La Historiadora

Publicada por ahí por el 2005, la novela best-seller de Elizabeth Kostova La Historiadora es de esos libros que consiguen su objetivo: horrorizar. No por la teórica tensión o por la trama manida, ni siquiera por el pobre monstruo, un homosexual sádico y gerontófilo de tres al cuarto que persigue a ancianos bibliotecarios con ánimos perversos. No, lo que realmente espanta es que millones de personas se tragaran semejante mierda de frases manidas y cursilonas, y hablaran de un nuevo Drácula como si hubieran descubierto el pan con ajo.

Podría ponerme a descuartizar ese espanto que quieren hacer pasar por libro, pero baste decir que la pedante de la autora se tiró diez años de "investigación" (vamos, quemando una beca de su Universidad por todo lo alto) para escribir un truño con pretensiones de seriedad y rigor histórico, a base de rellenar una trama ridícula con alabanzas a la teórica capacidad de investigación de la protagonista, una alegre retrasada a la que se aplaude inmensamente cada vez que demuestra que SABE LEER (¡viva el paternalismo machista!), y con descripiciones interminables e innecesarias que harían que los detractores de el Señor de los Anillos por motivos paisajísticos descubrieran "una nueva dimensión del dolor", aderezándolo con el vampiro más hammeriano y ridículo de la historia. Y he leído estractos de Varney el Vampiro, ojo. Para que yo diga que es mierda, es que es mierda de la buena.

Cuando leí esa cosa infame pensé que había roto por completo con las novelas de vampiros modernos. El triunfo de otro truño cursilón como Crepúsculo, con sus vampiros de tupé y regados de purpurina, me reafirmó en mi tesis: las mujeres modernas NO saben escribir novelas sobre vampiros. La única que más o menos lo logró fue Anne Rice con su Entrevista con el Vampiro, y luego la cagó escribiendo sus histriónicas secuelas. Sí, yo fui fan de esa novelas cuando era adolescente (de las de Anne Rice, no de las de la reprimida mormona); pero revisando la obra, ya no es sólo que el final de la segunda novela sea a nivel de estructura interno totalmente ridículo, sino que aparte de proponer un origen bastante interesante a los vampiros, la historia de Lestat no deja de ser la de un adolescente pasado de vueltas y enamorado de sí mismo. Ergo, prescindible.

La buena de Fred Vargas (sí, escribe con alias, el único reproche que le puedo hacer a una mujer escritora) me ha redimido las historias modernas de vampiros. Un lugar incierto es una pequeña joya en un horizonte cada día más pobre de ideas originales, o de mínima investigación de un concepto que aterrorizó a toda Europa en épocas de epidemias, muertes aparentes y otros desagradables fenómenos.

¿De qué va la trama? Empieza de forma truculenta, pero relativamente sencilla: un empanado policía se encuentra con una macabra colección de pies cercenados delante del cementerio de Highsgate. Poco después, un anciano bastante excéntrico es masacrado y troceado por toda su casa.

El concepto de ambos crímenes es bastante sórdido, y ya proporciona un cierto regusto a novedad: violencia tremendamente organizada y, a un tiempo, tremendamente destructiva. Une dos conceptos teóricamente antagónicos, la emoción violenta y, por tanto, fugaz, con un orden bien establecido, metódico y puntilloso en el detalle. Orden y caos, ira y sistematismo, en un asesinato y en varias mutilaciones. Vale.

Después de un inicio tan truculento y desagradable, cualquiera diría que la novela tiraría hacia el gore fácil, pero no es así para nada: se juntan la preocupación por una gata recién nacida que no come, una discreta historia de amor que se queda completamente embrionaria, intrigas políticas y mitos centenarios, en una potente e inteligente mezcla. El hecho del vampiro es completamente secundario a la trama, y al final de la novela te queda una impresión parecida a la de Otra vuelta de tuerca (con todos mis respetos a los fans de Henry James), en que la duda sobre si has estado leyendo una novela fantástica o simplemente una descripción de estados delirantes te corroe hasta la última página. Con gran elegancia, la autora convierte al vampiro en una excusa para crímenes horrendos, no en un fin en sí mismo.

¿Qué puedo decir? En apenas trescientas páginas Fred Vargas desarrolla una trama excelentemente montada, con personajes extraños y atípicos (sí, vienen de una serie, pero yo no he leído la serie, así que para mí eran todos unos extraños y fue un placer conocerlos a todos), mostrando una erudición y un respeto hacia el mito del vampiro que la petarda de la Kostova no llegaría a alcanzar en cien años. Vargas trata el tema con rigor, seriedad y sin histrionismos baratos, sin retruécanos imbéciles y ridículos como "el olor del mal" (expresión que me hizo cerrar la Historiadora a diecisiete páginas del final, imagínense lo que me traumó) y que, aunque tiene ese estilo francés que no gusta a todos por lo recargado, vale la pena leer por los detalles eruditos que dejan a la Kostova en el ridículo agujero de donde nunca debió salir, por la historia bien llevada (salvo por algún golpe de efecto que, a los que no seguimos la serie de novelas, nos puede resultar algo traído por los pelos, pero que sospecho que sorprenderá menos a los que seguían la serie de lejos), por el aspecto atávico y nada "hammerizado" del vampiro, o vampiros, o leyendas de vampiros...

Vamos, una pequeña joyita.

¡Gracias, tía maja, por escribir esta novela y reconciliarme con las mujeres que escriben terror! En serio, empezaba a creer que sólo éramos capaces de escribir mierda sexualizada o romanticadas viles, o aún peor, basura pedante.

Vargas, tienes una nueva fan.

Chicos, si podéis (y no os espanta el estilo a veces algo farragoso de mi amiga Fred), leedlo. En serio. No está nada, pero que nada mal.

2 comentarios:

Kouji dijo...

Mi novia es una fiel lectora de libros relacionados con vampiros, por lo que he decidido regalarle uno esta navidad. Empero, tras unos minutos de investigación en internet, me enfrenté ante el gran dilema de elegir solo uno de los numerosos títulos disponibles en mi país, México. Gracias a tu post he sido capaz de impedir que mi dinero fuera a parar a los bolsillos de Elizabeth Kostova. Por si fuera poco, he encontrado el libro que quiero regalar; "un lugar incierto" de Fred Vargas.

Gracias.

sexfight dijo...

Yo también piqué con "La historiadora". La novela en si es del montón, no especialmente mala, pero lo que la hunde es el final, que es apresurado y torpe. Tras crear expectación y misterio durante toda la novela, la aparición del villano tras permanecer siempre en las sombras es esquemática y pueril. El enfrentamiento final se zanja en un abrir y cerrar de ojos. Se lo cargan con relativa facilidad, como lo harían con el típico subalterno torpe de tercer nivel, carne de cañón que en villano envía en primer lugar, cuando cree que los protagonistas no constituyen una verdadera amenaza.