miércoles, octubre 10, 2012

LOS ATRACADORES DE MI MARIDO

No sé por qué, en serio. Mi marido es un tipo grande, que según algunos da algo de miedo, dos metros de hombretón vestido sport con barba descuidada y brazos amplios que ha hecho décadas ya de basquet y algún que otro año suelto de fútbol americano.

Cualquiera diría que no es la clásica víctima fácil, ¿verdad?

Pues en los años que llevamos juntos, que yo sepa le han intentado atracar por lo menos tres veces.

La primera la llamamos "el koala", ya que el tipo recurrió al clásico tirón para intentar mangarle el portátil. Dado que el mozo en cuestión debía andar por el metro setenta y pesar sus sesenta kilos así a lo generoso, podéis imaginar el resultado: mi señor marido se quedó igual.

Eso no rebajó el entusiasmo del presunto ladrón (siempre he querido usar la palabra "presunto"... sobre todo en un entorno tan absolutamente erróneo como éste, ¡viva el periodismo!), que al no poder arrebatarle a su presa el codiciado (y anciano, hay que decirlo) ordenador, se quedó ahí colgando de la cartera, cual vil chorizo.

Mi marido intentó quitárselo de encima, primero dándole toques y empujones. Como la cosa no resultaba, recurrió al viejo estilo "ketekasco", pegándole a puño cerrado. Todo lo que le faltaba de peso al tío le sobraba de entusiasmo: ahí, inamovible, colgando del hombro de su víctima. A esto, llega la policía y ve a un tío enorme arreándole a un flacucho que se aferraba desesperadamente a una cartera de portátil. ¿Resultado?

-¡Arriba las manos, suelte esa cartera!

-No.

-¿Cómo dice?

-Que como suelte la cartera, éste se va corriendo con mi portátil, y lo necesito para el trabajo.

-Ehm... a ver, ¡usted, suéltese de ahí! -esta vez al koala.

Y el koala no esperó: esta vez sí, obedeció, se soltó y echó a correr como para que le echaran un galgo.

La segunda vez tuvo algo más de lógica: era tarde, dos contra uno, y mi marido solo. Uno delante, uno atrás. ¿Qué pasó? Les pegó hasta que se le acabaron las ganas y después, como le dieron pena, les dio cinco euros. Los dos esforzados mangantes aún le estuvieron dando las gracias después, mire usted lo que son las cosas...

El tercer caso tiene delito, mucho delito: mi marido estaba delante de la estación, con el carrito del bebé. Y a un hijodeputa sin entrañas no se le ocurre otra que acercársele y decirle:

-O me das la cartera, o aquí va a pasar algo.

Efectivamente, pasó algo: a mi marido se le hincharon los cojones, levantó el codo y le dio en plena nariz al tipo. Desde aquí, yo espero que se la haya roto y que le duela mucho, mucho.

Joder ya, ¿es que ni pasear al niño se puede?

2 comentarios:

imaginauta dijo...

Espero que le hayan dejado el tabique más jodido que el culo de Jenna Jameson. Amenazar a un padre con un bebé es de ser un palurdo, un anormal, una escoria infame e incapaz. Ya no te digo nada si el crío es mi sobrino. Espero que te estés desangrando pedazo de aborto.

sexfight dijo...

Decidido: Los atracadores de Madrid necesitan gafas.