viernes, diciembre 29, 2006

EL PLACER DE VIAJAR (el caballero en negativo)

En algún lugar de Barcelona de cuyo nombre me acuerdo perfectamente, no corta el mar sino vuela...

Ahora imaginaos la siguiente estampa: Tenemos a una mujer blanca soltera (busca) con tres paquetes más maletón. Adoro viajar, en parte por los dolores de espalda que una se gana con estos transportes -y no precisamente de alegría-, y en parte por el tremendo placer de arrastrar por medio pueblo una maleta pesada con el traqueteo de ese pavimento minicuadriculado (cri-cric, cri-cric, como cantan en el villancico) que da esos tirones rítmicos a lo largo del brazo hasta la base del cuello. Por no mencionar la carrera de obstáculos en que me habían convertido el camino hasta la estación de la Renfe que incluía obras, charcos tamaño oceánico, escaleras y la esquiva de blancos móviles, léase las ancianitas de avance tan implacable, lento e imparable como la deriva continental.

A todo esto sufría yo una desdichada falta de manos (quién fuera Shiva... ¡sigh!) más el calor extra e innecesario del abrigo, que no había sitio humano en el que meter y sólo se podía llevar puesto durante el único día soleado de toda la maldita semana. Las gafas de sol pugnaban por el suicidio y la bufanda se deslizaba por los lados, provocando por aquello del efecto mariposa una suave caída de la maleta en la que llevo mi fiel portátil. Para compensar este cambio de equilibrio, tuve que curvar la figura, adquiriendo unos andares que viva envidia hubiesen causado al bueno de Cuasimodo, con el golpeteo de las bolsas para terminar de amenizar la estampa.

No obstante logré llegar a la estación de Sants, pese a un intento de broma de Santos Inocentes en forma de parón (disculpen las molestias) que me hizo temer el no llegar a tiempo al avión pese a haber salido con dos horas de margen, y una vez allí tocaba el tradicional cambio de vía. Traducción: subir escaleras, bajar escaleras. ¡Total, un poco de ejercicio extra...!

Y entonces, cuando yo creía que iba a bajar el estadio escaleril final a la manera de los cuerpos esféricos, apareció ÉL.

Con voz algo gangosa y acento marcadísimo, este hombre de color (negro) hizo lo impensable: se detuvo y me preguntó si quería ayuda. Antes de la aparición de tan educado caballero, me había yo cruzado en todas las pruebas de esta alegre gincana con varios de mis compatriotas, autóctonos y catalanes de toda la vida, fruto de la enseñanza pública y privada de este país, y a ninguno se le ocurrió ofrecerme su ayuda. Pues bien... Mi intachable Lanzarote se cargó mi maleta cual si fuese una pluma (tarea que provaba su naturaleza angélica, pues estando tan flaquito no entiendo cómo pudo siquiera levantar ese muerto impresionante cargado de papel)y procedió a bajarla a ritmo de cha-cha-chá. Me dejó en el andén con una sorprendida, admirada y agradecida sonrisa...

Y es que parecerá increíble... ¡Pero aún quedan caballeros de triste figura en esta España nuestra una, grande y libre...! Eso sí, de importación. Porque el taxista que me hizo el favorcísimo de perdonarme cinco euros tras cobrarme cincuenta porque se había perdido... MANDA HUEVOS.

En fin, arriba España. Y esas cosas.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay gente que se toma la caballerosidad y la educacion como una moda o una herramienta que usar a conveniencia.
Otros no sabrian ni deletrear la palabra.
Y otros no comprenden la vida sin ese gesto, que no haces por el projimo, si no que se arranca sin mas y sin preguntarte.
Y cuando todo pasa y se despide con una cortes sonrisa, en ocasiones complice y picara dependiendo del caracter, incluso a el mismo le sorprende y no puede mas que preguntarse "Con lo sencillo que es ¿por que la gente no...?"

GammaDave dijo...

Porque la bondad está denostada. Y no se puede esperar menos en sociedad, donde la ética y la moral son sin lugar a dudas irreprochablemente reprobables.

Seamos francos, la bondad es una faceta instintiva en la personalidad de todo ser humano, con mayor o menor tendencia (escasa, o nula), no una simple herramienta de precipitadas reglas de etiqueta y valores añadidos que a estas alturas deberíamos preguntarnos que son exactamente y cuando se dieron en su justa medida.

Faltaría más, y por supuesto me incluyo en la crítica, así como los estados son bozales para acallar el salvajismo humano (eso lo decía Schopenhauer, si se me permite la pedancia), los formalísmos solo son la alfombra, lo que haya debajo ya es sabido e ignorado por todos.

Por supuesto ciertas cosas como las descritas en el post te hacer reconciliarte a menudo con la raza humana (o soltar bilis), independientemente de ser ajeno o propio. En todos los sitios pintan bastos.

Aunque a veces convienes ser más Kali que Shiva.

Saludos.

Anónimo dijo...

boh, que tendra que ver la bondad con la caballerosidad... se puede ser un perfecto caballero y soltar de vez en cuando un JA JE JI JO JU (mesandose el bigote). El merito de la cortesia es que permite a incluso a los malditos bastardos deslumbrar con un momento de galanteria.

GammaDave dijo...

Pues fácil. Difícilmente es que ambas no se complementen entre si.

Hay una sutil diferencia entre el hecho y la causa. Exactamente igual que con el ser, estar y parecer.

Como puede haberla entre un "caballero de pobre figura" cervantino a un galán decimonónico wilderiano. Que más o menos es lo que veía yo en el post :D

L Gato dijo...

Si es que aún queda gente bien educada, que no es lo mismo que buena, pero a veces va y coincide. Que todo es ser decente, oiga...

Eowin dijo...

pase por casualidad y me quede a leerte..y mas que leer lo que hice es verme en mis trasisgos y viajes..con la mala fortuna que ningun caballero andante me ayudo en mis derroteros..

suerte que tiene alguanas.

L Gato dijo...

Tan sólo a veces, Eowin ;)

Si no, de qué la sorpresa... SIGH

Anónimo dijo...

eowin

Anónimo dijo...

ein? se me ha publicado solo el comentario anterior. (musica de la zona del crepusculo) en fin, a lo que iba. Eowin, la cosa es que l Gato esta buena y eso influye mucho a la hora de recibir actos de caballerosidad "absolutamente desinteresados". Que el nivel de gentileza es inversamente proporcional al nivel de "callosidad femenina" (kizir, de lo callo que sea la femina) segun la ancentral formula de "los hombres son unos cerdos" hecha celebre por el profesor cojonciano. (que grandes estos del jueves antes de venderse)
:-P (y ahora es cuando ellas me lapidan en el altar de lo politicamente correcto)

L Gato dijo...

Iron, me da que no iban por ahí los tiros dado que el mozo se largó sin un mísero intento de ligue. Y no sé tú, pero a mí las awelitas a las que ayudo o cedo el asiento NO me ponen xD

Jhohan Dealer dijo...

Sin duda te falla el factor genético... no eres un hombre... si no, ¿de qué?

En fin... procedo a dar fe de que en el proceso de cumplir la palabra que dí, está en marcha el relato... por duplicado. En realidad hay una parte escrita pendiente de revisión semántica y cronológica de la cual daré cuenta un dia de estos; y una parte que requiere de la presencia de la culpable de que yo vaya dando mi palabra por ahi y desde luego visto el ejemplo que nos muestras por año nuevo... estaría muy mal de mi parte no cumplir en cierto modo. Puede que te interese participar... o tal vez el lado voyeur de tu persona prefiera solo mirar... me es indiferente, pero esta segunda parte es más inmersiva que un simple relato y espero que sea de tu agrado.

L Gato dijo...

Oleeeee! zankyu Jhohan!!!

I feel pretty, oh so pretty...

/me baila

mentecato dijo...

Vengo por primera vez. Un abrazo

Anónimo dijo...

La caballerosidad esta sobrevalorada. Y está demostrado que siendo un hijoputa y un trepa (con perdón de las audiencias, ya se que trepa es una palabra muy dura ;D ) se llega mucho más lejos.