No sé exactamente qué edad tenía yo cuando vi por primera vez Sentido y Sensibilidad, de Jane Austen, interpretado por Emma Thompson y Kate Winslet (además de Alan Rickman y otros...). Por aquel entonces yo era más fan de la señora Thompson que de Rickman (aún me faltaba verle caracterizado como Severus Snape, un papel que creo que no es perfecto para él pero en el que está tremendamente sexy), y reconozco que en su momento no me llamó precisamente la atención la historia; cuando aún no vas a la universidad y eres lo bastante joven como para ser emocional antes que racional, una historia sobre lo malos que son los excesos pasionales no te atrae, por supuesto.
En todo caso, aquella historia me interesó lo suficiente como para comprarme la versión en papel, y para adquirir también todo el resto de obras publicadas por aquel entonces en castellano de la señora Austen. Al llegar a Orgullo y Prejuicio ya me enamoré por completo.
Últimamente me ha dado por repasar esos clásicos con mi marido, tanto en sus versiones televisivas (hay unas miniseries de la BBC absolutamente encantadoras tanto de Sentido y Sensibilidad como de Orgullo y Prejuicio, y sospecho que también del resto) como de las películas basadas en las novelas. Todas ellas me han impresionado en algún sentido u otro, y sobre todo me han impulsado a releer (por completo o parcialmente) las obras originales, llegando al punto de leer en voz alta algunos de los fragmentos más divertidos, irónicos o tiernos a mi cónyuge. Es curioso comprobar las opiniones tan desparejas que podemos llegar a tener sobre algunos temas.
Portada de la versión castellana de Sentido y Sensibilidad, la miniserie de 1981. Magnífica adaptación pero bastante poco conocida, lamentablemente
Mi último experimento, tras haberme visto del tirón la miniserie de Sentido y Sensibilidad con Irene Ritchard de protagonista (y con un casting de actores nada guapos, pero perfectos para sus relativos papeles, algo que no puedo decir de la versión de Emma Thompson and co.), la de Orgullo y Prejuicio (que ya en sus tiempos me recomendó la ex-novia de uno de mis hermanos), la película basada también en O&P (con Keira Knightley haciendo de una Lizzie más contenida que la original, pero también estupenda), fue verme las distintas versiones de Emma.
Para los que no conozcáis la obra de Jane Austen, Emma es la historia de una chica joven, hermosa, rica y repleta de buenas intenciones, pero con una carencia total de astucia y empatía que la llevan a tener proyectos de matrimonio para todos cuantos se le cruzan, a cuál más disparatado. El problema de esto es que se mezcla con la arrogancia natural y la vanidad de niña mimada de la protagonista, la simpleza y carácter enamoradizo de su mejor amiga y protegida, Harriet, la hipocondría del padre de Emma, los engaños y falsas apariencias del joven Churchill, el carácter reservado de una, la charlatanería de otra, el carácter tiránico de cierta tía, la personalidad gruñona pero siempre justa del señor Knightley... todo un desfile de personajes a cuál más aparentemente desquiciado, pero en realidad todos ellos perfectamente humanos.
Emma y Mr. Knightley en la versión film
La versión en película es una delicia y me gustó muchísimo en su momento. Emma y los otros personajes están simplificados hasta el extremo de resultar caricaturescos, lo cuál quita parte de la sutileza de la historia haciéndole ganar en ritmo. Emma se convierte en una de esas criaturas que no sólo tropieza dos, tres o cuatro veces con la misma piedra, sino que cada vez hace propósito de enmienda y cada vez sus actos la desdicen. Francamente, nada que no nos pase a cualquiera: nuestro carácter como seres humanos suele tener una serie de características marcadas, que tanto pueden resultar positivas como negativas. A la parte positiva le llamamos virtudes, y a la parte negativa defectos, pero en realidad no suelen ser más que las dos caras de una misma moneda: un carácter acomodaticio y amable puede ser tachado de débil y sin ambición, una personalidad fuerte como de ambiciosa o sin escrúpulos, o como triunfadora... todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Lo cierto es que muchas veces hacemos propósito de enmienda de aquellas faltas que nosotros mismos vemos en nuestra forma de ser, pero rara vez llegamos a cumplirlas. Corregir un defecto conlleva cambiar nuestra personalidad, y eso es lo más difícil de todo.
En todo caso, lo que para mí era una comedia divertida y simplemente "mona" se convirtió en un auténtico martirio junto con mi marido, que veía las continuas meteduras de pata de la alocada protagonista y se levantaba, se llevaba las manos a la cabeza y declamaba sobre lo que él llama "el Monstruo Social"; o, como aclaración friki para roleros, "una criatura con Carisma a 5 y Astucia a 1" (usar sistema de juego de MdT).
Poco después, gracias al Círculo de Lectores, llegó a mis manos la miniserie de la BBC, del 2009 basada también en la misma historia, y que yo no sabía ni que existía.
Emma y el Señor Knightley, versión miniserie de la BBC.
Qué puedo decir... me he enamorado.
Como fallos de la miniserie (pues siempre hay que ser crítico y hablar de todo), debo decir que falta casi por completo ese sentido del humor irónico del que gozan tanto la novela como la película; es menos rápida, más detallada y más serena, menos caricaturesca y más humana. También se toma ciertas libertades en la adaptación de algunos personajes (el señor Elton resulta aquí entrañable, casi frágil, mientras que en la película era un cretino pomposo e interesado, bastante más cercano a la versión literaria de este pastor) que podrían considerarse injustificadas. Adopta un tono serio, incluso dramático, que está bastante alejado del carácter de la prosa de Jane Austen. Y la protagonista carece del encanto de Gwyneth Paltrow, por qué no decirlo. Por contra, la actriz que hace de Harriet es perfecta, mientras que en la película... bien, llamarla "bella" (como se supone que es y se repite en numerosas ocasiones durante la obra) es ser generoso. No porque sea fea, sino porque la Harriet del film (muy bien interpretada en su bondad y simpleza por Toni Collette, pero que no está a la altura en cuestión de apariencia) no pasa de ser una chica del montón. Vean y comparen, señores y señoras:
Toni Collette como Harriet en la película. Ahum.
La preciosa Harriet en la versión miniserie, interpretada por una deliciosa Louise Dylan de forma impecable
Sin embargo, me ha gustado más que la película. ¿Por qué? Porque se molestan en retratar a todos los personajes, incluyendo a la reservada y enfermiza Jane Fairfax (que en la película no pasaba de ser una esfinge muy atractiva, pese a que la actriz fuese la formidable Atia de la serie Roma); plasman la personalidad de Emma a la perfección, no sólo en sus defectos sino también en sus virtudes (incluyendo su amor desmesurado por su padre, y el cuidado atento y constante que tiene con éste); y en suma, es bastante más contenida, más inglesa, menos malabarística que su homónima en film.
Polly Walker, la Atia de la serie Roma, y Ewan McGregor en sus respectivos papeles como Jane Fairfax y Frank Churchill en la película de 1996
La dulce Jane Fairfax, tímida y reservada y con todos los problemas de conciencia que se intuían en la novela y que retrata la miniserie de la BBC. Menos hermosa que Polly Walker, pero mucho más cercana a la versión literaria y mejor definida.
También se recrean más en algunos aspectos casi inexistentes en la versión de Gwyneth: la defensa de Emma de su situación de soltera, su amabilidad constante pese a su falta de paciencia con los defectos ajenos, las opiniones que tiene (tremendamente modernas, para qué negarlo) sobre que "los hijos no deben pagar por los pecados de los padres", y de que "sin duda un hombre prefiere una mujer cuyo cerebro esté bien amueblado a una hermosa..." (dicho en tono irónico, léase, al revés te lo digo para que me entiendas). Emma tiene una serie de opiniones muy actuales, que chocan con las actitudes y creencias de su momento, pero que no son para nada absurdas. La lástima es que toda esa modernidad choca con las realidades que le tocan vivir, unas realidades para las que siempre es la voz de la experiencia el señor Knightley.
Señor Knightley, por cierto, que poco tiene que ver con su versión film: como bien dijo mi esposo, el señor Knightley de la película es simplemente perfecto. Irónico, caballeroso, guapo... guapísimo, diría incluso. Y tremendamente elegante. Uno se pregunta cómo puede hacer de comparsa de Gwyneth Paltrow, que por muy mona que sea, tiene la cabeza llena de pajaritos.
En cambio, en la miniserie vemos un señor Knightley que, conservando toda su preocupación por los demás, con toda su buena disposición y caballerosidad, es un tanto campesino, incluso vulgar en ocasiones; que es gruñón hasta el punto de resultar en algunos momentos insoportable; y que está tan encorsetado por el sentido común que... cielo santo, ¡cásate con Emma y añade un poquito de fantasía a tu existencia, por Dios! No es la impresión que tenía en la película, para nada. Y me gusta mucho más el Knightley de la miniserie, porque al menos, no es infalible. Siempre me ha aburrido un poco la perfección...
Debo decir también, a favor de las miniseries tanto de Sentido y Sensibilidad como de Emma, que las últimas frases de cada una (tranquilos los lectores, no voy a hacer ningún enorme spoiler...), me resultan tremendamente emotivas:
S&S: "My children...!"
Emma: "Oh... the seaside!"
Y si no entendéis porque me emocionan esas frases, que fuera de contexto ya sé que tienen poco sentido... Haceos un favor y descargaos las miniseries, o compradlas, o lo que os apetezca. En serio, ambas son una maravilla.
¡Desde aquí, mis más sentidas felicitaciones a la BBC por estas pequeñas obras de arte!
1 comentario:
Menuda parrafada....
XDDD!
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