Me levanté muy mal. Volver a madrugar es duro, después de la temporadita en paro, y más un viernes después de toda la semana acumulando sueño y con danza del vientre el jueves por la noche. Duermes cinco horas y a la calle. El hecho de saber que han muerto tantas personas en un atentado y que pretendían matar a más todavía (según me han dicho fuentes no autorizadas, lo que pretendían esos bestias era cargarse la estación de Atocha al completo, en hora punta cuando todos van a trabajar) tampoco pone de buen humor. Y saber que todos tus compañeros van a estar también a malas, menos. Hay días que la vida apesta, y lo único que te queda es autosugestionarte, repitiéndote la canción aquella de "Salgo, vuelve a ser viernes... Hoy es viernes y los sueños brillan más...". Cada uno se anima como puede, y a mí me animan los fines de semana, tragedias aparte. Antes votaba a los verdes (son los míos, aunque sé seguro que no van a ganar, no creo en milagros) pero este finde pienso votar a cualquiera que pueda echar a esos capullos del PP. O por lo menos, evitar que salgan con mayoría absoluta. Si en algo parecen habernos beneficiado como sociedad, es en el concienciarnos que el voto es un derecho a ejercer. No porque creas en ideales, me parece que a todos nos curaron de eso hace mucho, si no para instalar en el poder al menos malo, o por lo menos quitarle un máximo de poder al que sabes que es el peor.
El próximo viernes deseo estar aún peor y haber dormido aún menos: he quedado con las compañeras que si no sale el PP elegido, nos vamos de cervezas. Lo que no hayan hecho esta gente en estos años: chapapote, guerras donde no nos llamaban (separándonos además de la decisión uniforme europea, distanciándonos de la UE, si es que es pa cagalse y no limpialse), manipular la televisión hasta que sólo nos falta la musiquilla del Nodo, cabrearnos entre nosotros... Mi tigre dice que la única manera de conservar la unión española es votar a izquierdas, porque con las rencillas que provocan los de derechas todo el mundo va a querer independizarse de España, y vuelta al himno dels Segadors, y a la Rosa d'Avril Morena de la Serra, y a los nacionalimos del XIX. Paso atrás, mientras Europa intenta convertirse en unión nosotros nos arrancamos los pelos con el vecino. Para que vean. Para ser de derechas tienes que votar a izquierdas. Y no es que yo sea de derechas, ojo. Yo no creo en nadie, y menos en ideas, que me parecen una manera de esconder emociones y crear fanatismos de la nada. Aún menos creo en las personas, el poder corrompe, pero siempre intento votar al menos corrupto. Bueno, vale, además voto a los verdes porque me parece de sentido común conservar el lugar donde vives para que lo hereden, a la larga, tus hijos, aunque tomen tantas decisiones erróneas como el que más. Nadie es perfecto, y cuanto más poder tienes más se magnifican tus errores y a más gran escala repercuten. Sigh.
Vaya, y a mí que no me gusta hablar de política. Que cosas...
A todo esto, con mi mala leche de viernes, dormida y cansada, me levanto y veo un e-mail de Accel... Jesús, cuanto quiero a esta chica. Me iluminó la mañana, y buena falta me hacía para aguantar el día, como iban los clientes de a saco, cuando hicimos la parada en protesta a las doce, que veíamos a todo el mundo en la calle, el teléfono no paró de sonar ni un momento... Hay gente inconmovible. Por la noche tuve que llamarla, hay gente que se compromete a salvar el mundo y hay quien lo hace a pequeña escala, añadiendo una gotita de miel a tu día cuando te levantas y hasta el cielo es color plomo. Según ella, le devolví el favor al llamarla, pero de todas maneras voy a tratar de quedar más a menudo con ella y su hermano, los tengo muy olvidados (sobre todo a ella, por motivos personales míos, y es que puedo ser tan arbitraria, banal y rencorosa como cualquiera) y ambos son grandes personas.
Es la vida... Hasta que se acaba algún día. Aparte de grandes éxitos y grandes tragedias, la mayor parte del tiempo nuestros triunfos se basan sobre todo en cosas pequeñas. Y si te mueres, lo mejor es que no te pongan verde nada más meterte en la tumba, ¿no? Quiero decir, ya tendrás tiempo de que crezca la hierba. Aunque en mi caso eso no tiene sentido, yo quiero que me incineren. Menos líos. Y como mi amigo ficticio Miles Vorkosigan, odio el frío. Así que, ¿qué iba a hacer en mi féretro en invierno? Nada, nada, al fuego, que se queme todo, como en El Maestro y Margarita... Creo que estoy siendo morbosa. Que guay.
Sin más que decir, os dejor, cariños todos. Nos vemos, espero. Si es que no nos ponen una bomba en el metro. O nos cae una maceta en la cabeza. O nos atropella algún idiota bacalaero hinchado de pastillas cuando vayamos a por el pan.
Er... Eso. Buen fin de semana. Y a vivir, que son dos días. Mientras podamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario