Para mi gran tristeza, me han cerrado la floristería de al lado de casa. No es de extrañar, me parece que la única que compraba algo allí era yo, y una rosa cada dos semanas no da para pagar alquiler, impuestos, etc. Lo último que hice fue comprarles un ramo de margaritas (rosas no les quedaban) que, con loable visión de futuro y espíritu competitivo, se dedicaron a marchitarse entusiásticamente unas a otras hasta que sólo quedaron las más fuertes. Menos mal, porque el agua era un auténtico criadero de minimonstruos, y no sabía dónde poner mi pseudo-jarrón (una botella de fontvella cortada por la mitad), porque entre el gato, mis papeleos constantes y el cableado omnipresente aquella base inestable era una clara invitación al desastre.
Ahora me quedan cuatro flores medio muertas, con aire alicaído (como yo cuando toca lavar platos). Las he podido trasplantar sin grandes entusiasmos a un jarrón de verdad, pero ultra pequeño, de esos de diseño, muy bonitos pero que sólo sirven para una muestra mínima del mundo vegetal, y que servía de base a mis rosas solitarias. El chibi jarrón (regalo de Yatsu) ha podido volver a su lugar de siempre, junto a la pantalla del ordenador. Bien cerquita se encuentra la eterna vela que, para consolar mis tendencias pirómanas, enciendo todos los días.
Ése es mi rinconcito: mi ordenata, unos cuantos ratones de tela, un huevo anti-estrés (sí, tal como suena, me lo trajo un enanito veloz de un viaje), un jarrón con cuatro flores y la vela. De lo más pagano. Cualquier día mi altar a la ciencia moderna e internet tendrá una silla delante y todo. Ya será la pera. El milagro de la multiplicación de las sillas y los traseros sin magullar. Es lo bueno que tiene el Neopaganismo: ni tienes que hacer sacrificios ni exige que dejes tu espíritu cáustico fuera cuando tienes que "adorar" a Internet (que no a Bill Gates, mi cinismo no da para tanto), y además te permite jugar a aventuras gráficas, descargar música, hablar con gente y ver pelis.
En estos momentos, creo en la segunda venida del cable. Y líbranos de los cortes de luz, amén.
Un saludito,
L Gato
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